Por más de 25 años una pandilla de delincuentes se ha tomado la querida Venezuela.

Por más de 25 años la ignorancia, la brutalidad, el cinismo, la indolencia, el despilfarro y la corrupción, desde las más altas cúpulas del poder político, han destruido uno de los territorios más ricos del mundo.

Y todo ello ante el cómplice aplauso de casi toda la izquierda latinoamericana, europea y mundial, por un lado, y por el otro, ante el vergonzoso silencio de las naciones más poderosas del mundo democrático.

El espejo de Venezuela

Durante 25 años, el pueblo venezolano ha visto cómo la miseria les llega hasta el cuello; cómo el miedo se apodera de sus vidas y la esperanza de días mejores se diluye día a día. Ese pueblo que no tuvo la oportunidad de migrar en condiciones dignas; ese pueblo que migró con una mano adelante y otra atrás, lleno de dignidad y con el corazón hinchado de ganas de “echar pa’lante”.

Durante 25 años las familias venezolanas han visto desgarrarse por la pérdida de vidas a cargo de la violencia chavista o por la separación física producto de la migración.

La venezolana pasó de ser una sociedad abundante a otra deambulante, casi nómada, llevando sus arepas, su béisbol y su bravo pueblo bien pegados al alma, por los más variados y lejanos confines del planeta.

¿Qué te pasó, Venezuela? ¿Hasta cuándo vas a soportarlo?

Esas son las preguntas que año tras año, elección tras elección, retumban en mi mente.

Siempre he estado convencido de que las dictaduras únicamente caen cuando el pueblo se harta y está dispuesto a morir por liberarse de ellas. Porque el poder de un pueblo enardecido en las calles es incontenible.

Elecciones en Venezuela: ¿se pueden tomar acciones desde la comunidad internacional o no hay nada efectivo que se pueda hacer?

Muestra de ello son los procesos revolucionarios e independentistas a lo largo de la historia de la humanidad. Y mientras ello no ocurra, los dictadores seguirán disfrutando de las riquezas mal habidas y aplastando cualquier intento de protesta o rebelión, mintiendo al mundo y alimentando sus egos... Hasta que el pueblo se canse.

Y de lo que he podido ver en las imágenes que inundan los medios de comunicación y las redes sociales, el pueblo venezolano parece que ya se cansó de vivir en la desgracia, mientras la dictadura se empacha en abundancia.

En esta ocasión vemos al pueblo pueblo, al descamisado, al olvidado, al mal comido, al sufrido pueblo, en las calles, protestando por lo que parece ser un descomunal fraude, uno más, pero que esta vez podría ser la gota que derrame el vaso. Un vaso demasiado grande.

Merece especial reconocimiento la posición democrática y radical de las principales naciones de la región, de desconocer los resultados fraudulentos anunciados por el Consejo Nacional Electoral de bolsillo del dictador, inclusive, de un gobierno abiertamente de izquierda, como el chileno, pero que bien hace en desmarcarse de la dictadura que atormenta al pueblo venezolano.

¡Gloria al bravo pueblo!

Desde esta columna elevamos una oración por la libertad de la querida Venezuela y la vida de su gente. Ojalá que esta sea la lucha final hacia la recuperación de su patria. (O)