Han pasado largos 60 años de una de las más sensacionales victorias de la historia de nuestro básquetbol. Nadie la ha recordado porque estamos envueltos en la vorágine del fútbol y son pocos los periodistas que conocen o recuerdan sucesos brillantes de nuestro pasado deportivo. Esto ocurre por falta de interés en la investigación, o porque para muchos lo único que interesa es el presente, sublimado hasta la exageración por intereses muchas veces ajenos a la esencia del deporte bien entendido.

El baloncesto guayaquileño arrancó en 1924 cuando presidía la Federación Deportiva del Guayas el más brillante ecuatoriano dirigente de todos los tiempos: Manuel Seminario Sáenz de Tejada. Fue él quien promovió la creación de los subcomités de cada deporte, entre ellos el del básquet. Nombró subcomisionado a Carlos Noboa Cooke y este entusiasmó a un grupo que había -como él- regresado de Estados Unidos, país en el que nació esta rama deportiva. No había una cancha reglamentaria, pero empezaron a practicar en uno de los patios exteriores de la Casona Universitaria. A finales de 1924 los noveles jugadores consiguieron que la Tenería La Iberia, en el barrio del Astillero, construya una cancha y en diciembre de ese año jugaron dos equipos que sus basquetbolistas tenían a Noboa Cooke, Luis y Emilio Valdez, Guillermo Gallardo Córdova, Pedro Pablo Baquerizo, Clodoveo Alcívar, Gonzalo Freire, Fernando López Lara, Atahualpa Chávez González, Aurelio Carrera, Pedro Ampuero y Nicolás Parducci.

Es una larga historia que, con datos precisos y fotos, entregué un día a Omar Quintana, con quien nos propusimos hacer un libro narrativo de la marcha del básquet porteño, emprendimiento que no pudimos terminar por el imprevisto deceso de nuestro amigo Omar.

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Los caballeros que he citado dieron los primeros pasos. El básquet se engrandeció con la llegada de George Capwell y la incorporación de Emelec, Vanguardia Deportiva, Liga Deportiva Estudiantil y Oriente. En 1935 se produjo un gran suceso: la primera victoria internacional del básquet ecuatoriano cuando Oriente venció al quinteto peruano Flecha, que venía invicto de Chile y Argentina y era campeón de su país. Fue una noche memorable en la que brillaron el jugador chileno Teófilo Constantino, quien estudiaba en la Universidad de Guayaquil; Luis Felipe Pato Cevallos, Francisco Pollo Macías Burnham, Leopoldo Grunauer, y el estudiante vicentino Adolfo Jurado González. En el último partido de la gira los peruanos cayeron ante Vanguardia, el quinteto de la Asociación de Empleados.

Nuestro básquet creció y los llenos en el coliseo Huancavilca –inaugurado el 27 de agosto de 1934–aumentaron. En 1938 asistimos al primer Sudamericano en Lima, con la consagración de Juvenal Sáenz Gil –también estudiante vicentino– convertido en el tercer mejor anotador del torneo. En 1945 el Huancavilca fue escenario de un Sudamericano, primero en la historia en nuestra ciudad, que marcó el nacimiento de la que considero la mejor generación de basqueteros que haya producido nuestro país. Esa pléyade la integraron Justo Cuto Morán, Alfonso Quiñónez, Herminio García, Pablo Sandiford, Gabriel Loco Peña, Raúl Nene Guerrero, Fortunato Muñoz, Alfredo Arroyave, Pepe Díaz Granados, Gonzalo Aparicio (lo llamaron en el Sudamericano de Río de Janeiro en 1947 El doctor del básquetbol, Samuel Cisneros, Carlos Ruiz, Víctor Andrade y Miguel Cuchivive Castillo. Fui desde niño asiduo asistente al Huancavilca. Nos llevaba al coliseo a mi hermano Andrés y a mi nuestro padre, José Andrés Vasconcellos. Había que salir temprano de casa los martes y jueves en la noche y hacer cola para comprar boletos para ingresar al coliseo con paredes de caña, graderías de madera y palcos de cemento. Se jugaban apasionantes clásicos entre LDE, Emelec, Athletic, Ferroviarios y Oriente. Nos hicimos hinchas de LDE para estimular con gritos y aplausos a nuestro vecino Cuchivive, personaje muy querido de quien perdí la pista hace muchos años.

Jorge Mejía, de Liga Deportiva Estudiantil. Foto: Cortesía

Guayas era campeón inderrotable y lo fue por más de 40 años. Los desaparecidos intercolegiales eran espectáculos emocionantes con los duelos del Vicente Rocafuerte, Academia Gómez Rendón, San José y Cristóbal Colón. Por 1958 Pepe Carbo, brillante jugador vicentino y de Emelec, ya director de Deportes del Vicente Rocafuerte, y el inolvidable Juan Ñato Zerega, mandamás de los lasallanos, decidieron unir sus fuerzas para fortalecer a LDE y empezó la era grandiosa de Las Tres Letras de Oro. En 1960 aparecieron con la enseña blanquiazul Carlos Valle, Pablo Cabanilla, Rafael Bolita Mejía, Eduardo Alarcón, quienes llegaron del Rocafuerte; junto a Jorge Chato Mejía, Juan Sala, Shyler Nieto, Luis Cholula Landívar y otros jugadores. Luego se unió Abel Jiménez y con ellos LDE ganó el primer tetracampeonato de los anales de este deporte en Guayaquil.

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Hace 60 años vino un poderoso quinteto estadounidense: Chicago Denver Truckers, lleno de estrellas. Midió en su estreno al Athletic Club, el 6 de mayo de 1962. EL UNIVERSO dijo: “Chicago Denver Truckers maravillaron en su debut frente al Athletic, al que vencieron en contundentes 95-67, score que dejó un sabor de baloncesto de primerísima línea; de atletas que se expidieron con una solvencia única en el campo de juego”. Entre los criollos brilló Nicolás Lapentti, que marcó 25 puntos. Se anunció que el próximo rival sería el cuádruple campeón provincial Liga Deportiva Estudiantil.

Hace medio siglo: LDE, subcampeón sudamericano de básquet

Nuestro Diario comentó: “Los aficionados esperan que LDE, el quinteto que viene marcando el paso -de lo mejor que tiene nuestro baloncesto a través de los últimos años- y que por tradición ha sido el mejor cuadro de básquetbol, ya que es el único que se ha mantenido en el primer plano en todos los tiempos, habiendo muchas veces representado al Ecuador con la totalidad de sus integrantes, demuestre esta vez que esa confianza del aficionado y de la crítica se basa en la calidad de sus hombres”.

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El 8 de mayo tuvo lugar el esperado choque que llenó de emoción a toda la ciudad, pues se obtuvo un triunfo que ha quedado en la memoria de quienes tuvimos la dicha de presenciarlo. Al día siguiente EL UNIVERSO tituló su primera página deportiva: ‘Entre vítores de la afición LDE ganó al Truckers 75-72′. La nota decía: “La camiseta de LDE, blanca con filos azules, estaba empapada de sudor y sangre, pero triunfadora después de 40 minutos de duro bregar, en que un grupo de criollos, metidos en ella, daban cuenta de los famosos Chicago Denver ante la mirada, atónita primero, el aplauso entusiasta y el vibrar en griterío infernal en las tribunas cuando captaron el momento de la victoria que consagraba un equipo por encima de prejuicios y complejos”.

Pancho Rodríguez, único refuerzo de Liga; Valle, insuperable capitán; y el Chato Mejía fueron las estrellas de la noche. Mejía, armador de juego, con su 1,76 metros, destrozó a los gigantes adversarios con relampagueantes entradas al aro que, al final provocaron la admiración. Una noche que está allí, marcada a fuego en la memoria elegolé. (O)