Este viernes, Colombia y el mundo lloran la partida de Fernando Botero, quien a la edad de 91 años falleció por problemas de salud. Botero fue un destacado pintor, escultor y dibujante que se caracterizó por un estilo diferente y, para muchos, irrerevente, por hacer su propia interpertación del estilo figurativo.

Muere Fernando Botero: el famoso pintor de Colombia

Su originalidad radica en la volumetría exaltada, que dota a sus obras de un carácter tridimensional, fuerza, exuberancia y sensualidad. Esto lo vuelve dueño de su propio estilo: el boterismo.

La primera vez que tuvo una revelación sobre sus debordadas formas fue en 1957, con su pieza Naturaleza muerta con mandolina. Para ese entonces hizo un agujero demasiado pequeño en este instrumento de cuerda. “Entre el pequeño detalle y la generosidad del trazo exterior, se creó una nueva dimensión que era como más volumétrica, más monumental, más extravagante”, explicó en aquella época.

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'Naturaleza muerta con mandolina'.

Con Botero no valía el calificativo de “gordo” para sus figuras. Enamorado del Renacimiento italiano, se proclamaba ante todo “defensor del volumen” en el arte moderno. Su escultura, marcada también por el gigantismo, ocupó un espacio muy importante en su carrera, desarrollada en buena parte en Pietrasanta (Toscana, Italia).

“La palabra gordo no le gusta nada; la desterraría. Él es un pintor de volúmenes”, destacó en marzo pasado Marisa Oropesa, comisaria de su última exposición, “Botero: sensualidad y melancolía”, presentada en Valencia (España) e inaugurada este jueves.

Botero, el artista latinoamericano mejor vendido en vida, batió su propio récord en 2022, cuando su escultura Hombre a caballo alcanzó los 4,3 millones de dólares en una subasta de la casa Christie’s.

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Pero ¿cuál era la razón por la que hacía figuras voluminosas? En algún momento explicó que los volúmenes monstruosos de su pintura creaban campos de color. Pero también consideró que podía tratarse de obsesiones que vivirían con él hasta el final de sus tiempos.

Entre sus icónicas obras se encuentran Obispos muertos, El milagro de san Hilarión, Apoteosis de Ramón Hoyos, El niño de Vallecas, entre otras. (I)