El fin de semana pasado estuve por la playa y me provocó comerme unas langostas. Llamé a mi proveedor habitual para hacerle un pedido y su respuesta me sorprendió, pero me llenó de alegría. “Lo siento mucho, pero el 15 de enero empezó la veda y debo respetarla, no puedo ofrecerle hasta mediados de junio”, me dijo Milton, un buzo que vive en la comuna La Entrada y tiene años de experiencia en la pesca submarina.

Respetar las vedas es una tarea que pocos responsables pescadores artesanales cumplen por el bien del recurso. Para Milton, el mar es su fuente de trabajo y le permite mantener a su familia, así que por los próximos seis meses no tocará a las langostas y se dedicará exclusivamente a extraer ostras, actividad que la misma naturaleza se encarga de controlar. Los aguajes, las corrientes marinas y hasta los cambios en el fondo del mar no permiten desprenderlas de las rocas siempre en el mismo lugar, es necesario moverse de una zona a otra y así se mantienen.

Hay especies que aunque en el papel dice que no se pueden pescar, la realidad es otra. El pulpo se supone que no se puede capturar, comercializar o consumir los meses de mayo y junio. Recuerdo que a principio del año pasado el chef Iván Grain del restaurante Marrecife quiso emprender una campaña para respetar los recursos y cocinar solo con productos de temporada. Pero la veda de este molusco no la respetó nadie. Lo pudimos encontrar en los mercados playeros, supermercados y restaurantes. Hubo uno que hasta organizó un festival del pulpo justo en los meses de veda, y nadie dijo nada. Esperamos que este año se respete.

Alguna vez, hace muchos años, en el restaurante El Delfín Mágico de Salango probé la concha Spondylus, me gustó su sabor, pero me parece que es más la fama por la historia detrás de este bivalvo que otra cosa, no la extraño. Esta concha de rara forma y bello color que se usó como símbolo de belleza y mecanismo de riqueza para el intercambio de productos en las antiguas culturas Valdivia, Manteña y Machalilla, en la costa sur de Manabí, se encuentra en veda desde hace más de diez años y seguirá así indefinidamente. La forma salvaje en que fue extraída del mar casi la llevó a la extinción.

Por otro lado, estamos a pocos días de empezar la primera veda del año del cangrejo rojo de manglar. Esta sí es la más respetada de todas las especies en sus temporadas de prohibición. Para mí, muchas veces pasa desapercibida, aunque me gustan los cangrejos, no me vuelven loco. De vez en cuando me siento con la tabla y el martillo, pero soy muy cómodo y los prefiero en ensalada, arroz o una buena crema de cangrejo. Para los fanáticos cangrejeros que cuentan los días, marcan el calendario y hacen fiesta el día que regresan, están acostumbrados a la veda, esta es parte de la magia que los envuelve y atrae a comer estos crustáceos. Esperamos que otros sigan el buen ejemplo para evitar la depredación de los recursos animales, permitir su reproducción y mantener su subsistencia. (O)