Napo es bohemia, es música, es Guayaquil de la vieja guardia. Cada acorde de su guitarra es una historia y cada letra es una vivencia con memoria.

Son casi las 21:00 de un viernes y Héctor Luis Napolitano Galarza está en el escenario. Intacto, fuerte, demostrando la madera de la que está hecho. No pareciera que por la mañana un percance de salud lo obligara a reposar antes de su concierto. Tiene 67 años y sus canciones son parte de un repertorio que no necesita publicidad para llegar a plataformas como Spotify, donde sin pretensiones registra 20.1 k de oyentes mensuales (hasta el cierre de esta edición). El streaming lo acerca a todo tipo de audiencias, pero no hay nada como escuchar y ver en vivo a este trovador guayaco.

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Al Viejo Napo, como también se lo conoce, lo siguen desde la generación con el cabello platinado hasta los jóvenes con gustos musicales más amplios. Coincidimos con él en café galería Barricaña, un espacio que sobrevive y promueve el arte en medio de departamentos de alquiler, oficinas bancarias, supermercados, taxistas y personas en situación de calle alrededor del legendario parque Centenario.

Canta desde los 10 años, cuando de su natal cerro del Carmen bajaba a la iglesia San Vicente para recorrer las calles del Puerto Principal. “Me inicié en el teatro José de la Cuadra, muy pocos lo conocen así, pero ahí me inicié”, cuenta Napolitano durante una pausa a su show de esa noche.

¿Cuándo se volvió cantante?

Yo nunca he sido cantante, yo he sido atrevido, pero en esa época cantaba temas de Fausto Huayamabe, los Hermanos Montecel. Es que la música ecuatoriana, el pasillo costeño, es bello.

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Si dice que no es cantante, ¿qué es entonces?

Yo soy un trovador que cuenta historias cotidianas que suceden en la ciudad, entre los amigos, en la playa.

¿Cuál es la mejor historia que se volvió trova en su voz?

No es que yo soy una cámara filmográfica y tomo las cosas y las narro tal como las veo, no, no. Tú te nutres de los seres humanos.

Soy uno de los pocos que ha vivido en los tres barrios sempiternos: nací en El Carmen, viví en Las Peñas y mi casa me la hice en el cerro Santa Ana, en el escalón 400, detalla Héctor Napolitano. Foto Zaky Monroe. IG: @zaky.monroe

¿Cómo fue su vida en los cerros céntricos porteños?

Yo nací en el cerro del Carmen, el cerrito de al lado, y fui bautizado en la iglesia San Vicente. Soy uno de los pocos que ha vivido en los tres barrios sempiternos: nací en El Carmen, viví en Las Peñas y mi casa me la hice en el cerro Santa Ana, en el escalón 400. Yo miraba desde ahí, la casa la hice por mis sueños recurrentes. Tuve una niñez preciosa. Siempre fui el niño engreído de Guayaquil, después de Julio Jaramillo soy el segundo más querido de Guayaquil.

¿Qué recuerdos tiene de ese Guayaquil de antaño?

Soy parte de la evolución de la historia de Guayaquil, parte de la historia, soy parte fundamental de un proceso y de una duración de tiempo. El día que yo muera terminará mi tiempo en la historia.

Ha recorrido infinitos escenarios, ¿hasta dónde lo ha llevado su música?

Nada como el Ecuador. He cantado en Barcelona, en Venezuela. El ser humano tiene un lenguaje común para decir que está alegre, que está feliz, que es aplaudir, el único vocablo que no tiene un idioma.

¿Ha conquistado el corazón de sus admiradoras?

Cada vez que yo toco, cautivo el corazón de una mujer.

¿Y a usted qué lo cautiva?

La mirada.

¿Cuántas veces se ha enamorado?

Por largo tiempo, cuatro veces y por corto tiempo, todos los días.

¿Cuántos hijos tiene Napo?

Tengo cuatro hijos, de quienes tengo interdependencia sentimental y económica. Bastián, el mayor, baterista de Verde 70; la bestia, un genio de la batería. Lucas Napolitano, graduado de la Universidad San Francisco de Quito, licenciado cum laude; Greta es una botella de vino para siempre, me mandó una foto con un ramo de flores amarillas y al lado un muchacho con una sonrisa bellísima; y Delia.

La identidad Guayaca de Alex Eugenio ‘El Romántico de la Perla’ quien a través de los boleros busca revitalizar sonidos llenos de tradición y romance

¿A qué le tiene miedo?

A nada y a nadie.

¿De qué se arrepiente?

Son algunas cosas que no tengo por qué contarlas, nada que le interese al mundo.

¿Qué le gustaría cambiar de su presente o pasado?

Nada, de lo contrario no estuviera Carmen (su actual pareja sentimental, a quien conoció hace siete años), no estuvieran mis hijos, no estuvieras tú. Yo amo lo que tengo.

¿Ha pensado retirarse?

Ehhh, ¿retirarse de hacer música?, podría ser si tengo problemas como Parkinson, o alguna enfermedad de motricidad, de locura, cualquier cosa que afecte mi cerebro maravilloso que tengo.

Cuando no está en los escenarios, ¿a qué otras actividades se dedica?

A dormir, a beber y a escuchar música peruana, tangos, todo tipo de música y a comer con Carmen. Me siento en paz, con ella como muy bien.

¿Sabe cocinar?

Sí, mis mejores comidas son con Carmen. Lo que mejor me salen son las pastas, por mi descendencia italiana.

¿Aprendió de música en algún instituto o es empírico?

Escuchando en la radio, escuchando los discos, desarrollé la capacidad con mi oído a definir ciertas líneas melódicas.

¿Cuál es su mayor tesoro?

Mis hijos.

¿Y el mayor reto que se ha propuesto?

No viviré para contarlo.

¿Se puede vivir de la música en Ecuador?

Pero claro, pero ¿vivir en el concepto de qué?, cada quién vive como quiere vivir, como le toca vivir, no es la actividad el sustento de tu vida, es tu respeto a ti mismo, tu dignidad.

"Yo soy un trovador que cuenta historias cotidianas que suceden en la ciudad, entre los amigos, en la playa", recalca el artista conocido también como el Viejo Napo. Foto Zaky Monroe. IG:@zaky.monroe

¿Le tiene miedo a la muerte?

No (hace una pausa larga), al abandono sí.

¿Cree en Dios?

Quién soy yo para creer en algo incomprensible, yo creo en la música, creo en lo que pienso y sueño, creo en héroes, no creo en dioses.

¿En qué héroes cree?

En los que pelean una guerra insensata, en los que mueren, en los que tienen compasión.

¿Lo pueden obligar a actuar en contra de su voluntad?

Jamás.

¿A qué le dice no?

Le digo no al dolor, pero si no puedes quitarlo aprende a soportarlo, porque yo cuando estoy triste sé que hay millones que también lo están.

¿Qué lo pone triste?

Eso no importa, importa el momento en que estoy en el escenario, ahí vuelvo a la vida.

¿Qué lo pone feliz?

Tocar bien, cuando yo estuve ahora enfermo, que no podía coger una guitarra porque me temblaban las manos, solamente quería poder tocar la guitarra esta noche con amor.

¿Se siente famoso?

La fama solo sirve para que te jodan la paciencia, a mí me encanta que me pidan fotos. Si no toco por amor no tengo por qué vivir.

De su repertorio, ¿cuál es su canción más querida?

Las canciones son como los hijos, hay uno más bonitos y hay otros más feos, y hay uno al que se quiere más. Mi vida se ha derretido más rápida que un helado en febrero en Guayaquil; no tengo una favorita, pero la que más me piden es Cangrejo criminal. Yo siempre canto lo que la gente quiere, pero yo no dejo que nadie me presione y canto lo que quiero.

Carmen, su amor

Se conocieron durante un concierto de él. Ella llegaba con unos amigos y por error cancelaron su reserva en el bar. Pero esa noche estaban destinados a conocerse.

Napolitano y Carmen Albán se conocieron hace siete años. Ella es su pareja sentimental y quien también lo asiste en sus presentaciones. Foto Zaky Monroe. IG: @zaky.monroe

“Venía una amiga mía de Suiza a conocer el país, el lugar se llenó, pero logramos tener una mesa. Me dedicó el concierto, pero no se acordó de mí. Dijo: ‘Un aplauso para Marthita que desde hoy será Marthita de Napolitano’. Yo pensé que había alguien más detrás de mí y resulta que todo el tiempo se refirió a mí”, cuenta Carmen Albán. Desde entonces viven juntos. Ella combina su profesión de doctora con su faceta como representante y asistente de Napolitano.

“Es bastante complicado, por la diferencia de profesiones. Cuando mi trabajo como médica termina, a las 20:00, la de él recién empieza. Desde el inicio he tratado de estar siempre presente en sus funciones. Yo siempre estoy pendiente de él, de sus contratos. Soy como su mánager. Debo llevarle su agenda”, revela Carmen, quien también trabaja en una fundación con personas con discapacidad, a través de la música.

Una nueva ‘gringa’

El tema Gringa loca, uno de los más populares de su repertorio –el cuarto con más reproducciones en su lista de Spotify– tendrá una nueva versión y sonido desde este 2023. Ahora interpreta Gringa falseta, un vals que presenta junto a su amigo, el también artista Gustavo Pacheco.

Esta canción, escrita por el cantautor Eduardo Neira, tuvo una primera entrega que en el 2022 interpretaron Pacheco con el artista Aladino. La melodía narra las pericias que viven los ‘ingenuos’ hombres que creyeron en una mujer que decía ser extranjera.

“Eduardo escribió el tema, hace el arreglo y la línea musical y Pacheco le pone la magia. Yo canto la canción, le doy la vida”, agrega. (E)