Las especies medianas y grandes de primates, de felinos y sus presas están afectadas por la explotación petrolera y lo que implica con la apertura de vías como la facilitación de la caza, la deforestación y el tráfico ilegal de animales dentro del Parque Nacional Yasuní (PNY), que el próximo 26 de julio conmemora su día nacional.

La ONG Wildlife Conservation Society (WCS Ecuador) concentra su acción en esta área protegida desde hace 20 años cuando se instaló en el país de manera oficial.

El director del programa Ecuador, Sebastián Valdivieso, afirma que el único blindaje real son los últimos pueblos en aislamiento voluntario dentro de la Zona Intangible. De ahí, la puerta para la explotación dentro de un área protegida está abierta. “La amenaza es latente al aprobar una declaratoria de interés nacional en la Asamblea. Se usará siempre que sea necesario porque son recursos monetarios frescos para el Estado”, dice.

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Los informes de WCS sobre el monitoreo de vida silvestre, realizados durante los últimos quince años, indican que “existe una relación muy cercana entre la presencia de las carreteras petroleras y la pérdida de biodiversidad. Hay una reducción de las poblaciones de ciertas especies”, añade Valdivieso.

El impacto se da en las especies de mamíferos que son importantes para los medios de vida de las comunidades locales.

La diversidad de especies de primates, cazados para alimentación, tráfico de vida silvestre y mascotismo, está amenazada. “En algunos casos hay una pérdida del 70 % en las poblaciones de ciertas especies de primates (en las áreas de influencia donde están trazadas estas vías petroleras)”.

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El mono araña y el chorongo están entre los más afectados.

El informe titulado “¿Qué está pasando con los monos del Parque Nacional Yasuní?” indica que “en zonas libres de cacería se estima que existen 23 ejemplares de chorongo por kilómetro cuadrado, en tanto que en zonas donde existe cacería solo se registraron 8 ejemplares por kilómetro cuadrado. En el caso del mono araña, 18 individuos por cada kilómetro cuadrado fueron avistados en zonas sin cacería, mientras que en las áreas de cacería se detectaron solo 2 individuos por kilómetro cuadrado″.

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La conservación del jaguar es otra de las preocupaciones principales. Con su protección entran las especies asociadas que son parte de su dieta, como el pecarí de labio blanco. El objetivo debe ser mantener todas las poblaciones en tamaños para que cumplan su función ecológica dentro de los ecosistemas.

Cuando el número de ejemplares se reduce demasiado se determina lo que se conoce como una extinción funcional de una especie específica.

“Perder una población tiene un efecto en cascada. Lo ideal es entender qué pasa con los impactos, dónde están afectando al equilibrio y aplicar medidas para mitigar esos desequilibrios”, menciona Valdivieso.

El jaguar (Panthera onca) es una de las especies del Parque Nacional Yasuní. Foto: CORTESÍA Julie Larsen Maher © WCS

¿Por qué esta pérdida de biodiversidad no ha sido determinada en los estudios de impacto ambiental o los monitoreos biológicos que hacen las petroleras?

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La respuesta, dice Valdivieso, es que son metodologías no compatibles. “Hacemos estudios de impacto ambiental que tienen como objetivo cumplir un trámite administrativo y recibir una licencia que permite ejecutar algunas actividades, pero no nos están dando información acerca de la pérdida de biodiversidad relacionada a la presencia de carreteras”.

El problema, agrega, es que los estudios de impacto ambiental se enfocan a escala de comunidades de animales, es decir, mientras no desaparezca una especie prácticamente esta se mantiene, por lo que tiene que desaparecer totalmente para incluirla como secuela.

Los científicos, en cambio, sí investigan y detectan la disminución de población de una especie específica.

Un segundo problema es que los estudios de impacto ambiental son exitosos para calcular la pérdida de bosque debido a la apertura de una carretera, una plataforma petrolera o un campamento. “Pero dejan de lado los impactos indirectos. En el caso de una vía, hay más cacería de subsistencia porque facilita el traslado de cazadores, se pueden desplazar más rápido”, afirma.

Las charapas pequeñas (Podocnemis unifilis) están amenazadas por el tráfico ilegal de animales. Foto: CORTESÍA © WCS/Liz Andrade

Los estudios de impacto ambiental no incluyen estas consecuencias indirectas. A esto se suma el impacto acumulativo, que es el que se suma entre los distintos proyectos.

Hay efectos por estas vías que atraviesan el PNY y que van a los bloques petroleros que se superponen a su territorio. Se trata de los bloques 43, 31, 17 y 16.

En los años setenta se creó la vía Auca y en los noventa se construyó la vía Maxus. Además, hay caminos en los bloques 31 y 43 (que incluye al ITT). “Estos últimos están un poco más controlados, pero ya sabemos que hay presencia de cazadores a lo largo de las vías de estos bloques”, sostiene Valdivieso.

La legislación ecuatoriana recién establece compensaciones por daños ambientales de forma completa a partir del 2003. Pero Colombia tenía estas exigencias desde 1993.

Hay normas de referencia a nivel internacional para incluir a la biodiversidad dentro de los estudios de impacto ambiental promovidas por la Convención de Diversidad Biológica, de la que el país es parte. “Nosotros nos hemos demorado en asumir esos retos”.

La amenaza está en recomenzar la licitación para expandir la frontera petrolera hacia el sur del PNY dentro de la Reserva de la Biosfera del Yasuní.

“No explotar siempre será lo más efectivo en términos de conservación, pero también es poco realista. Una opción sería la explotación remota de los campos, que evite tener carreteras que conecten la parte interior con la exterior. El problema es que al mencionar estas alternativas a veces es leído como que uno promueve la actividad petrolera a través de un mecanismo de bajo impacto, y no es así. Hay maneras de reducir el impacto, pero Ecuador no ha estado siguiendo estas prácticas”, expresa Valdivieso.

El diseño original de la explotación de los bloques 31 y 43, al oriente del PNY, era hacerlo de manera aislada sin la construcción de vías (ahora ya realizadas), pero con el ingreso de la otrora Petroamazonas (hoy fusionada con la estatal petrolera Petroecuador) a estas áreas se decidió el camino de más impacto que es la construcción de vías, según Valdivieso. (I)