La diabetes tipo 2 afecta al 7 % de la población ecuatoriana adulta, aproximadamente, y otros estudios parecerían mostrar que llegaría al 10 %. Es la primera causa de ceguera no congénita en el mundo, la primera causa de insuficiencia renal que termina en diálisis y la primera causa de infecciones en los pies que terminan en amputaciones.

Y es la segunda causa de muerte en el país, habitualmente por infartos, informa el doctor William Acosta, médico especialista en endocrinología y metabolismo.

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Para evitar esas complicaciones y la muerte, cada persona necesita un tratamiento diferente. “Es más, una misma persona puede requerir un tratamiento diferente en cada momento de la vida, lo que sea necesario para controlar la glucosa”.

El corazón y el hígado están entre los órganos más afectados por la diabetes. Foto: Shutterstock

El doctor Acosta fue uno de los ponentes del simposio Innovación en el manejo del paciente con diabetes mellitus tipo 2, un evento organizado en Quito por Roche Diagnóstica. Allí disertó sobre soluciones digitales para el control del azúcar en la sangre.

Estas son muy útiles para los tratamientos que se llevan bien en casa, que pueden ser cambios en el estilo de vida y nutrición, el uso de pastillas, una, dos o tres veces al día, o la inyección de insulina.

La insulina no es el final de la enfermedad, pero sí es lo más potente que tenemos”, dice Acosta. “No importa qué tan alto esté la glucosa en la sangre, vamos a lograr controlarla con insulina”. El problema de este fármaco es que su eficacia puede irse al extremo y bajar demasiado la glucosa en la sangre, algo que no sucede con la mayoría de pastillas, de poder limitado. Y el bajón de glucosa es incluso más peligroso para el paciente diabético que tener glucosa alta. Esto último afecta a través de los años. “Pero una sola hipoglucemia puede costarle la vida al paciente”.

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Este trabajo, señala Acosta, es de equilibrio. El monitoreo tiene que ser diario y así la dosis de insulina va cambiando, podría ser todos los días. Eso se determina con un tradicional glucómetro, que tiene que usarse con frecuencia, pues este es un valor que en las personas diabéticas está en variación constante. El glucómetro electrónico, además, puede enviar los resultados vía bluetooth al teléfono inteligente, para que el médico pueda hacer un monitoreo en tiempo real. O los datos podrían subir a una nube virtual.

El bajón de glucosa es incluso más peligroso para el paciente diabético que tener glucosa alta. Esto último afecta a través de los años. Pero una sola hipoglucemia puede costarle la vida al paciente.

Dr. William Acosta

El médico explica que ante este cálculo permanente de cuánta insulina administrar, la ciencia está encaminada a inyectarle una sustancia al paciente quede acumulada debajo de la capa grasa de la piel, y que se vaya liberando según las necesidades de cada individuo, simulando el trabajo del páncreas. “Pero todavía estamos lejos, mientras tanto tenemos que ofrecer a nuestros pacientes soluciones prácticas para el control”.

¿Qué opciones tienen los médicos para el tratamiento? La clásica metformina, la vildagliptina, la dapagliflozina, la empagliflozina, cada uno de ellos indicado en un paciente específico, dependiendo de cuál sea el órgano más afectado por la diabetes o de si tiene sobrepeso.

Los dispositivos inteligentes permiten al médico hacer un mejor seguimiento de los pacientes con diabetes. Foto: Shutterstock

Ahora, Ecuador está a la espera de tener cada vez más medicamentos inyectables que ayuden en este último aspecto. “Se pensaron originalmente para pacientes con diabetes, y consiguen descensos de peso impresionantes”, asegura Acosta. Todavía no están disponibles en el país los más recientes y de efecto más prometedor, y el precio los hace difíciles de obtener. “Pero son espectaculares reduciendo el peso, del 20 al 25 %, casi como una cirugía bariátrica, que es la herramienta más agresiva que tenemos”.

Uno de estos medicamentos, es el semaglutida, que había sido el más potente, hasta la llegada del tirzepatida, que no está en Ecuador y no tiene fecha aproximada de llegada.

La ciencia está encaminada a inyectarle una sustancia al paciente quede acumulada debajo de la capa grasa de la piel, y que se vaya liberando según las necesidades de cada individuo, simulando el trabajo del páncreas.

Acosta enfatiza que cada fármaco tiene un efecto secundario. “No existe uno que no los tenga; por ejemplo, los análogos de GLP-1 (canagliflozina, ertugliflozina, dapagliflozina y empagliflozina) pueden causar pancreatitis”. Además, el descenso de peso abrupto y no supervisado puede también causar varios tipos de desnutrición al paciente. Los médicos calculan qué y cuánto administrar dependiendo, entre otros criterios, del índice de masa corporal.

“Desde hace menos de un año tenemos (no en Ecuador) drogas como la tirzepatida, que logra un descenso de peso del 25 al 30 %, cosa que no se había conseguido en la historia (a través de medicamentos); algo muy comparable a lo que hace la cirugía bariátrica.

Foto: Shutterstock

Tal como ocurre con la cirugía bariátrica, este tipo de inyecciones se aplican a personas que tienen obesidad, que están en tratamiento nutricional y que han logrado un descenso de peso modesto, no óptimo. Siempre y cuando no haya peligro de que haya complicaciones por la diabetes y llegar a problemas como la insuficiencia renal.

“Hay muy pocos medicamentos que se pueden utilizar cuando los riñones no funcionan. Uno de ellos es la insulina”.

Los principales desafíos en el control de los pacientes de diabetes en Ecuador

El doctor Acosta, que es director de posgrado de Endocrinología en la Universidad de las Américas, dice que los mayores problemas que tienen los médicos para recibir información actualizada de sus pacientes y poder orientarlos y personalizar sus tratamientos.

“Uno de los más grandes es la falta de conciencia tanto de los pacientes como de los médicos, porque la diabetes no duele, no causa molestias hasta que ya es demasiado tarde y el paciente está en ceguera o en diálisis. Entonces uno de los mayores retos es diagnosticar y concienciar a la población y de los beneficios de tratarse, mientras más temprano mejor”.

La tirzepatida que logra un descenso de peso del 25 al 30 %; algo muy comparable a lo que hace la cirugía bariátrica.

Luego están los costos. “En nuestro país, en los países en vías de desarrollo, los costos son importantes siempre; hay medicamentos como el semaglutida oral (Ozempic), los más eficaces para bajar de peso, que son costosísimos, pueden llegar a costar mil dólares mensuales, y no estamos hablando de un tratamiento para uno o dos meses, estamos hablando de tratamiento indefinido”.

Adicionalmente, el doctor Acosta menciona que hay una creencia entre pacientes y médicos: “Piensan que la medicación es la solución para todo, e indiscutiblemente no es así. Si un paciente con diabetes y obesidad recibe medicación inadecuada, baja de peso y luego rebota, ese proceso no le sirvió para nada, entonces hay que crear conciencia en toda la población, incluso en los médicos, acerca de esta terrible enfermedad que es la obesidad, de la cual la diabetes es secundaria, pues la primera causa es la segunda. Así podremos ofrecer mejores estrategias terapéuticas”. (I)