Nota del editor: Esta historia debió ser exclusiva para nuestros suscriptores; pero, como un aporte a quienes se esfuerzan cada día por mejorar la situación del país, la ofrecemos abierta a todas nuestras audiencias.


Una madre sabe cuando está pasando algo malo, dice Bárbara Peñafiel, madre de una estudiante que fue alcanzada por una bala perdida el pasado martes, 9 de enero, en Los Ceibos, en Guayaquil.

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Ese día, su hija de 17 años, Madeley Saltos, llamó a su madre para pedirle que su padre, Hugo Saltos, la fuera a recoger lo más pronto posible. Madeley se había enterado de los ataques a la ciudad y quería ir a su casa.

‘Vi que la joven se estaba desmayando, corrí, la cargué y la llevé hasta el área de emergencias del IESS’: así auxilió un guardia de seguridad a una estudiante que fue alcanzada por una bala perdida en Guayaquil

Su padre, junto con su hermana mayor, salieron del sur con dirección al norte, al colegio donde estudia la joven. Todo iba bien. La recogieron e incluso iban dos compañeras más del colegio.

Cuando ingresaron a la avenida Los Ceibos escucharon disparos, que habían realizado varios sujetos que huían en una camioneta negra y en una moto, quienes se habían enfrentado a tiros con la policía en ese sector.

La estudiante fue alcanzada por una de las balas. Ella sintió un golpe en la espalda y le dijo a su papá: “Sentí que me hirieron”. El hombre, de 57 años, se desesperó y trató de avanzar hasta el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

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El tráfico era pesado; todos estaban en caos. Las amigas de Madeley, que estaban sentadas junto a ella, en la parte trasera del vehículo, le abrieron el vestido y colocaron sus manos para evitar que la joven se desangrara.

Luego fue que decidieron correr. Madeley salió del auto, ya ensangrentada; su padre le extiendió la mano y corrieron. A unos pasos, unos motociclistas lo ayudaron. En una moto iba Madeley, y en la otra, su padre, Hugo, explica Bárbara.

Los motociclistas hicieron maniobras entre los carros para continuar, pero necesitaban cruzar el carril para ir al hospital y no podían avanzar. Fue entonces que el padre de la estudiante la bajó de la moto para correr, pero Madeley ya no podía, cuenta su madre.

Y fue cuando, a lo lejos, Daivy Franco, un guardia de seguridad, observó que estaban tratando de pasar de un carril a otro a la joven. Le dijo a su compañero de turno que la veía a la estudiante casi desmayada.

“Vi que mi compañero estaba ocupado y le dije que ya se estaba como desmayando. Yo salí corriendo a auxiliarla y, cuando llegué, la agarré y fue que salí corriendo hacia Emergencias”, relata Daivy, quien no dudó en hacerlo y no sabía por qué estaba ocurriendo eso.

Ya estaba cerrando los ojos

Bárbara sostiene la mano de su hija Madeley. Foto: Belén Zapata.

Cuando Daivy se acercó, Madeley le dijo que la ayudara. Daivy la cargó y corrió; mientras lo hacía, Madeley ya estaba cerrando los ojos, y el joven le dijo: “Ya mijita, ya llegamos, aguante, aguante, no me cierres los ojitos”.

Su padre, quien tiene diabetes, estaba a punto de descompensarse, pero se mantuvo. Todo esto pasaba y Bárbara no lo sabía. Se sentía impotente porque no podía salir de su vivienda, en el sur de la ciudad.

“No podía salir porque carro que veían en la calle le disparaban. Había bastantes disturbios. Yo me encontraba impotente en ese momento, porque no podía movilizarme; pero, como mi (otra) hija trabaja cerca, ella se movilizó. Estaba mi esposo”, relata Bárbara, de 53 años.

Madeley es la hija menor de Bárbara y Hugo. Cuando se vieron, al siguiente día en el hospital, lloraron, se abrazaron y agradecieron a Dios. “Cuando tocamos el tema, nos pusimos a llorar. Y mi esposo dice que, cuando se bajó del carro, sentía que las balas le pasaban, y él decía: ‘Lo que Dios quiera, pero a mí no me importaba la bala; yo corría con mi niña’”.

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Bárbara, después de eso, conoció a Daivy. Le agradeció por su noble gesto y desde ya le dice que es su otro hijo: “Fue el ángel guardián de mi vida. Que Dios lo bendiga por siempre. Yo conversaba con él y, para mí, es mi niño, mi otro hijo, porque salvó a mi niña”.

Fuera de peligro

Madeley está fuera de peligro, dice su doctor. Foto: Jorge Lozada.

Madeley afortunadamente se encuentra fuera de peligro, asegura su doctor, Rodolfo Cevallos, subdirector de Medicina Crítica del hospital Ceibos.

Ingresó a la emergencia con una hemorragia, producto de una herida por arma de fuego en la región torácica posterior derecha, lo cual causó una hemorragia interna y hemorragia externa; además, fractura de tres arcos costales y una construcción pulmonar importante. Como toda lesión torácica, hace que la vida del paciente corra riesgo”, explica el galeno.

En ese 9 de enero, la estudiante fue atendida por un equipo de ocho a diez profesionales de la salud. “Se abordó integralmente con un equipo multidisciplinario, cirugía general, de traumatología, medicina de emergencias a la paciente. Se logró estabilizar y contener la hemorragia, tanto interna como externa, debido a que la paciente acudió rápido a nuestro hospital”, relata el doctor.

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A la estudiante le administraron concentrados globulares y medicamentos. Actualmente se encuentra en la Unidad de Cuidados Intermedios con un pronóstico favorable. Se espera que la joven salga en entre siete y diez días.

Sueños intactos

Madeley estará unos días más en el hospital. Foto: Jorge Lozada.

Madeley es una joven con sueños, dice su madre. Ella quiere estudiar Medicina. De hecho, fue exonerada en la institución educativa en la que estudia y pronto ingresará a la universidad. “Esto no le va a truncar sus sueños; ella va a seguir adelante”, afirma Bárbara mientras sostiene la mano de su “bebé”, como le dice de cariño.

Tanto la estudiante como su familia están recibiendo apoyo psicológico por parte del hospital del IESS, y no se les está realizando ningún cobro. “Aquí están recibiendo ella y su familia un tratamiento psicológico y conductual para tratar también de amortiguar un poco la situación difícil que atraviesa”, indica Cevallos.

El doctor afirma que Madeley siempre será recordada en el hospital, al igual que todos los pacientes que recibe en el Área de Emergencias: “Las urgencias son diarias, cotidianas. Cada una marca, cada emergencia marca algo diferente. Para nosotros como profesionales es diferente, porque no solamente vemos pacientes: vemos personas, vemos familias y contextos sociales”. (I)