El año 2025 proyecta elecciones que podrían cambiar el mapa político de América Latina, pues se definiría la presidencia en Bolivia, Chile, Ecuador y Honduras. La situación económica global no ha ayudado a los gobiernos en el poder, y las oposiciones han ganado en varios países, pero esta situación ha tenido también muchas excepciones y los escenarios son inciertos.

El caso boliviano es difícil de predecir. Existe una pugna homérica entre los dirigentes del Movimiento al Socialismo, MAS, que se atribuyen el éxito de la primera década de este siglo. Evo Morales, quien está combatiendo al presidente Luis Arce, no se resigna a excluir su participación en las elecciones a pesar de dos resoluciones judiciales en su contra. Cuando obtuvo una negativa de consulta popular para reelegirse en su última candidatura, Evo forzó su participación de todos modos y el episodio final de la crisis que se desató fue el golpe de estado que lo depuso. La oposición del centro a la derecha parece que irá fragmentada, aunque con más posibilidades que en el pasado, y la candidatura a la reelección de Arce es solo una hipótesis por el momento.

En Chile las votaciones han sido volátiles. Una mayoría sólida entronizó al presidente Boric, y otras igualmente fuertes votaron en contra de dos proyectos constitucionales consultados, ambos muy distintos, inspirado el uno por la izquierda y el otro por la derecha. Las encuestas insinúan potencialmente a las candidaturas conservadoras, pero todavía no se consolidan los nombres de quienes optarán por la primera magistratura o si una figura emblemática como la expresidenta Bachelet decide participar. De todas maneras, en los últimos años los votantes de ese país han oscilado dramáticamente entre los polos ideológicos, de manera que resultados que ahora parecerían como sorpresivos podrían materializarse.

En Ecuador las últimas tres votaciones presidenciales han sido muy reñidas y nada hace presumir que la que está en ciernes deje de serlo. Hay datos disímiles de encuestas, pero lo que se ha producido es una temprana polarización a pesar de la proliferación de candidaturas: 16 opciones, la mayoría de ellas irrelevantes.

En Honduras tres fuerzas disputarán el poder. La coalición gobernante LIBRE de discurso izquierdista, los partidos Liberal y Nacional en la tradición conservadora. En ese país no hay segunda vuelta. Honduras tiene una economía muy dependiente de las remesas de los emigrantes a EE. UU. Sus relaciones con Washington en la era Trump pueden ser determinantes en el resultado.

La política latinoamericana actual ofrece un panorama fragmentado. No hay polarización porque la izquierda, por ejemplo, es muy diversa. Los valores sobre libertades y democracia del FSLN o el PSUV, así como sus políticas internacionales, difieren significativamente de los del Frente Amplio uruguayo o los socialismos chilenos. De manera similar, Milei no es comparable con Cortizo, el presidente panameño, dentro de la centroderecha. La región enfrenta múltiples desafíos, siendo el principal lidiar con el impredecible gobierno de Washington. Ante esta situación, las posibilidades de cohesión regional son muy limitadas. Es probable que prevalezcan las acciones individuales y aisladas sobre los proyectos ideológicos o concertados. (O)