Considero que es un avance la constante referencia a los derechos humanos: para criticarlos, para criticar a las organizaciones que los defienden, para pedir que se respeten, para buscar ayuda en las instituciones internacionales que los protegen. Aun en los sectores más aislados se conoce por lo menos su nombre, y son una muletilla para casi cualquier acción que requiera respeto, aun cuando esa acción sea discutible. Cuando nos referimos a ellos todos tienen una idea, correcta o no, sobre una realidad desconocida para muchos en su formulación, pero anhelada en lo que se imagina su contenido. Todos quieren ser cobijados por ellos.

Todos la quieren, pero lo niegan

La historia del reconocimiento y formulación de los DD. HH. es la historia del fracaso humano. Cuando se toma conciencia de algo que deberíamos tener y no tenemos, algo que somos como seres humanos y sin embargo no se reconoce, esa convicción urge encontrar la manera de hacer realidad esa aspiración. Las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial sumada a muchas otras llevaron a la ONU a aprobar y proclamar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que ha sido traducida a más de 350 idiomas, lo que dice de su naturaleza y alcance universales.

Porque la vida no se respeta ni se respetaba, el art. 1 dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia (debería añadirse, emociones y sentimientos), deben comportarse fraternalmente unos con otros”. La realidad en nuestro país: ha aumentado en el 40 % el ingreso de niños a hospitales por causa de maltrato, casi el 17 % son afectados por delitos sexuales, 230.000 están en trabajo infantil, el 5,5 % se suicida, incluso desde los 9 años, estamos en el cuarto lugar de desnutrición infantil en América Latina, la deserción escolar a causa de múltiples factores incluyendo la violencia afecta a más de 150.000 niños y adolescentes, según el informe “Ecuador, niñez y adolescencia”, presentado recientemente por ChildF. International, KNH Ecuador y World Vision Ecuador. En el 2022 dieron a luz 3.386 de niñas de 10 a 14 años.

La fuerza de la solidaridad

Realmente no nacemos iguales ni con las mismas oportunidades.

Una de las dificultades en el respeto a los DD. HH. es el abismo entre el discurso, los hechos y la incapacidad de las diferentes instancias llamadas a hacerlos cumplir. La justicia, no pocas veces, se pliega al poder de turno y la ética en muchas ocasiones se expone en un mercado donde se vende al mejor postor.

Las realidades han cambiado. Hay conciencia de los derechos colectivos, no solo individuales, los derechos comunitarios, sociales, económicos. Los derechos de la tierra, de la naturaleza y de todo ser viviente. También han cambiado las fuerzas que ejercen el poder y por lo tanto han cambiado quienes se enfrentan en guerras. Los grupos de delincuencia organizada tienen tanto o más dominio que los poderes tradicionales del Estado.

La democracia, hasta ahora la mejor forma de gobierno inventada, nos exige trabajar por la justicia desde la fuerza que se apoya en la aparente debilidad de la grandeza moral. Si se utilizan los mismos métodos de aquellos a quienes se combate se podrán ganar batallas, pero nos derrumbarán desde dentro porque afectarán el alma del país que somos. (O)