El pasado 14 de mayo comenzaron sus funciones la prefecta del Guayas y el alcalde de Guayaquil. Si el pueblo los eligió con diferencia importante de votos, con una campaña sencilla, bien proyectada en relación con intereses populares, sin ofensas, sin que influya esa persecución judicial por la venta del terreno de Samanes, debemos apoyarlos en su trabajo.

Carta a Aquiles

Desde la época del ingeniero Febres-Cordero y las alcaldías del abogado Jaime Nebot, la mayoría de los guayaquileños votamos siempre por ellos o por las listas 6 o Madera de Guerrero, que auspiciaban sus candidaturas, porque cumplieron con los guayaquileños y fueron ejemplo para otros cantones del Guayas. Durante sus administraciones tuvimos paz y tranquilidad en nuestras actividades, no se persiguió a nadie por sus ideas, se organizaron muy bien los servicios de una ciudad que ya no existía, el dinero del pueblo se administró correctamente según consta de Contraloría y nos libramos del autoritarismo correísta que quería apoderarse de Guayaquil. Puedo decir que Guayaquil sí era un modelo exitoso de desarrollo, claro que si tenemos una inmigración de 50.000 ciudadanos de otras provincias cada año, que huyen de provincias por políticas agrarias equivocadas o abandono del agro o el quemeimportismo del Gobierno que pone un poeta bucólico como ministro de Agricultura, con la eliminación de las visas de ingreso al país, y vienen miles de extranjeros, que tuvo que asumirlos la ciudad, cuando quien debió hacerse responsable era el Gobierno que había dictado esas leyes irresponsablemente. Con estos volúmenes de personas, no hay recursos económicos, sociales, educacionales o de salud que alcancen, y se desbordan las invasiones de tierras y se produce la crisis de muchos servicios gubernamentales sin que haya ninguna responsabilidad municipal.

Una nueva ciudad

Por el bien de Guayaquil, sería bueno que los dignatarios electos tengan libertad administrativa y partidista...

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La pérdida de estos bastiones socialcristianos era de esperarse. Votamos por una profesional inteligente, seria, y cuando llegó a la Alcaldía cambió totalmente, perdió la orientación de lo que significaba ser alcaldesa de Guayaquil, y era una de las mejores figuras del partido. También contribuyó el resentimiento de muchos ciudadanos que vieron que el líder que nos mantuvo libres y fuertes frente al correísmo, aparece ahora como aliado de quien representa la podredumbre del sistema político que Guayaquil no compartió, y que el alcalde junto con los guayaquileños lo tuvo a raya en toda su administración. Una persona que odiaba a Guayaquil y que no dio jamás al Municipio ningún financiamiento extra para obras necesarias. Esperamos que nuestro exalcalde, para quien existe respeto y gratitud, con su inteligencia pueda analizar sin resentimientos justificados los graves problemas políticos y tome una actitud que nos conduzca por un buen camino.

Por el bien de Guayaquil, sería bueno que los dignatarios electos tengan libertad administrativa y partidista, para que no existan presiones políticas ni hagan participar a Guayaquil de manifestaciones delictivas ni desestabilizadoras, tanto más que el expresidente y sus acólitos no son buen ejemplo de administración ni de cuidar los dineros públicos. (O)