Además la actual Constitución ecuatoriana es demasiado reglamentaria.
La pérdida de estos bastiones socialcristianos era de esperarse.
En esta época en que el garantismo todavía se proclama sin importar los derechos de las víctimas, han surgido nuevas doctrinas.
El país hierve de indignación al ver que gobernantes y funcionarios que asaltaron los dineros del pueblo necesitado están prófugos.
Por qué no exigió el señor Iza la lucha contra la corrupción y el desarrollo del narcotráfico, como sí lo hicieron otros sectores indígenas desde hace 14 años.
El reclamo actual es la señal más clara de que los fiscales no dirigen las investigaciones.
Según estos razonamientos pensaríamos que el voto del pueblo ecuatoriano sería para lo peor.