En fechas como el 1 de diciembre, en la que se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), es necesario un reproche global ante una enfermedad prevenible que, sin embargo, se sigue expandiendo. En 2024 se incrementaron 5.478 casos de Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en Ecuador. Según el Ministerio de Salud, 52.347 personas viven con VIH en el país.
Hay una diferencia entre VIH y sida. Este último es un término que se aplica a las fases más avanzadas de la infección por el VIH, según las especificaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es una lamentable realidad que habla de la falta de educación sexual como política pública. El sistema de salud no tiene una responsabilidad exclusiva en el tema, aunque tiene participación directa también en la prevención y en la entrega a tiempo de la medicina y tratamientos antirretrovíricos para frenar la propagación.
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Articular planes de educación sexual tendrá efectos en la prevención. En este sentido también es clave el diagnóstico temprano. Los signos de la enfermedad en una persona que no ha sido detectada con el virus pueden tardar de cinco a diez años en aparecer.
Otra falla que la sociedad se niega a ver es el desconocimiento y discrimen. Esto se convierte en enemigo de la prevención ya que muchas personas aún se niegan a someterse a un examen de laboratorio.
No hablar de manera directa sobre las prácticas de riesgo a las poblaciones vulnerables y de la urgencia de eliminar la discriminación que aún condiciona la consulta médica y la búsqueda de tratamiento es tomar riesgos peligrosos.
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En el 2024, en el mundo, 630.000 personas murieron por causas relacionadas con el VIH y 1,3 millones de personas contrajeron VIH.
La vicepresidenta María José Pinto, quien acaba de asumir el Ministerio de Salud, tiene frente a sus ojos una oportunidad de articular una política no solo de salud pública, sino de educación sexual para prevenir el VIH y el sida en Ecuador. (O)


















