El lenguaje de la comunicación política cambió y encontró nuevos medios de difusión. No es un tema exclusivo de Ecuador, que por efecto de la muerte cruzada, suscrita el 17 de mayo pasado, este domingo está convocado a las urnas para el balotaje en el que se elegirá al presidente de la República que reemplazará a Guillermo Lasso.

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Los políticos han encontrado en la tecnología formas de evadir controles y reglas para intentar influir en la decisión de los electores. El silencio electoral que rige desde el 13 de octubre es atropellado de manera grotesca por las tendencias finalistas, escudadas en redes sociales que no son controladas. En la primera vuelta ya se habló de esto, pero no repetirlo es guardar un silencio cómplice ante el irrespeto de la ley. Corresponde al Consejo Nacional Electoral (CNE) buscar mecanismos para que no se burlen las normativas en ningún escenario; de lo contrario, no tiene sentido que se hable de silencio electoral y es más honesto reconocer la incapacidad de mantenerlo.

La Ley Electoral no considera a las redes sociales como medios de comunicación; por eso, no está clara ni la regulación de la pauta electoral en estos espacios, peor un silencio electoral. Una vez más, los vacíos no son nuevos, no aparecieron en estos comicios, pero están y hay que corregirlos.

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En próximas elecciones no debe seguir lamentándose la falta de control en propaganda electoral virtual o el irrespeto del silencio electoral en redes sociales. Las disposiciones legales tienen que adaptarse a las nuevas tecnologías. La decisión está en las autoridades. De momento se prohíbe la difusión de publicidad electoral, opiniones o imágenes que induzcan a los electores a cualquier preferencia, en medios de comunicación o medios digitales Por ética, los actores políticos deberían respetar el silencio electoral en todos los escenarios, mas en redes sociales el ruido se ha intensificado.

Queda un día para las elecciones y, en medio de ese ruido, los ciudadanos se alistan para elegir a quien dirigirá al país. El mandante tiene la palabra. (O)