La experiencia de pisar por primera vez una ciudad puede ser un momento memorable. No puedo olvidar caminar en la noche de mi primera estadía en Roma por una calle estrecha y oscura donde al fondo se veían unas luces y se escuchaban violines con música de Vivaldi. En breves minutos lo que deslumbró mis ojos me puso la piel de gallina: la majestuosa plaza Navona con su centenaria fuente de mármol en el centro, rodeada de jóvenes turistas, algunos arrullándose con la magia del lugar.