El caso Odebrecht estalló en Brasil en el 2014. A través de la operación conocida como Lava Jato se descubrió que varias empresas de ese país, entre ellas la constructora Norberto Odebrecht, habían recibido millonarios contratos con sobreprecio a cambio de sobornos a altos funcionarios públicos.

Dos años más tarde, el principal de la compañía, Marcelo Odebrecht, firmó un acuerdo de cooperación con Estados Unidos, Suiza y otros países a cambio de tener beneficios legales. En sus delaciones dijo que su esquema de sobornos operó no solo en Brasil, sino en otras naciones de la región.

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En Brasil, el caso alcanzó al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien gobernó del 2003 al 2010. Él fue sentenciado a ocho años de cárcel por los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero. Y en Ecuador, al exvicepresidente Jorge Glas, que fue sentenciado a seis años de prisión por asociación ilícita.

En marzo del 2021, no obstante, el Supremo Tribunal Federal de Brasil revocó la condena de Lula argumentando que no se le habían respetado sus derechos durante el proceso que llevó el entonces juez Sergio Moro. Y tres meses después, Ricardo Lewandowski, juez del mismo tribunal, resolvió que los documentos y las confesiones de ejecutivos de Odebrecht que citaban a Lula carecían de validez porque el acuerdo que la empresa negoció con la Fiscalía fue impulsado por Moro.

Esto dio vía libre a la candidatura presidencial de Lula, que fue reelegido en octubre del 2022.

Lewandowski, que fue nominado para ese alto tribunal por Lula, se jubiló en abril pasado. Tras su salida, el caso Odebrecht en la corte fue asumida por el juez José Antonio Dias Toffoli, exrepresante legal del Partido de los Trabajadores y también recomendado por Lula para el cargo.

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Fue a este último a quien recurrió Glas para pedirle que le extendiera también a él la nulidad de las pruebas resuelta para Lula, lo que acogió favorablemente hace pocos días. En una entrevista en las instalaciones de Diario EL UNIVERSO, el exmandatario explica los alcances de esta decisión judicial.

El juez que dictó esta sentencia tiene nexos muy cercanos con Lula; entonces, queda la duda respecto a si hubo objetividad en esta decisión.

Eso es una especulación de otros. Es un juez del Supremo de Brasil. Es un juez en un Estado de derecho, que acaba de resolver hace pocos días la nulidad de todas las pruebas derivadas de la información que entregó Odebrecht por haber sido mutilada, adulterada... Esto se detectó en una auditoría forense cuando revisaron los sistemas informáticos de Odebrecht donde supuestamente se registraba la corrupción (...). Había transacciones inclusive después de que Lula ya estaba en la cárcel. Esto determina que se haga una exhaustiva investigación sobre la data, sobre la prueba, que no hizo el juez Moro, después ministro de Justicia de (Jair) Bolsonaro, a quien hizo presidente sacando a Lula de las elecciones (...). A Lula lo sentenciaron con un Power Point en el juicio: estaba en el centro de una asociación ilícita. ¿Le suena conocido? Es exactamente como mi caso. Todos los que estuvieron en los quince días de mi audiencia fueron testigos de que nadie presentó una prueba en mi contra, salvo la lengua del corrupto confeso de José Conceição Santos. La ley dice, aquí y en todo el mundo: “Primero pruébalo”. No es que yo tenía que probar que soy inocente; era la Fiscalía de Carlos Baca Mancheno la que tenía que probar que yo era culpable. Y un testimonio por sí solo no es prueba, tiene que ser verificado. José Santos me grabó en mi oficina y no se habló de ninguna incorrección, porque no existe, porque todo fue una estrategia de Lenín Moreno, el expresidente traidor y corrupto, cuando yo me negué a ser parte del tongo y el reparto que yo denuncié el 2 de agosto del 2017. En mi audiencia no hubo nadie que dijera: “Aquí se le encontró un centavo, aquí le encontramos una carretilla que no está registrada, aquí, aquí hizo una compra, un pago...”. La Contraloría hizo dos auditorías patrimoniales, una a mí y otra a mi sociedad conyugal; auditaron todo, cada compra, cada pago, impuestos... Setenta países contestaron la solicitud de la unidad antilavado de activos, y hubo informes de la UAFE y el SRI a mi favor. Nunca encontraron nada, porque no existe, porque soy inocente y estuve cinco años “en cana”.

Jorge Glas sentenciado como culpable a 6 años de prisión en el caso Odebrecht

¿Cómo logró que la resolución que benefició a Lula también lo alcanzara?

Lo pedí en diciembre del año pasado.

¿Y cómo fue ese proceso?

Hubo una auditoría forense y análisis de pruebas, ya lejos de la política, lejos del juez Moro, lejos de Bolsonaro. Tuvo que perder Bolsonaro para que se haga público este descalabro. Le ruego, como investigadora, que en internet busque las declaraciones del exabogado de Odebrecht, Rodrigo Tacla, donde él ya en el 2017 dice que se retiró de la empresa y se fue a España porque se negó a hacer delaciones a la carta. ¿Qué hizo Odebrecht? En cada uno de los países donde tenía problemas pactaba con el poder para no ser procesado, para no pagar ninguna multa, lo que pasó en Ecuador. Nunca procesaron Odebrecht, nunca procesaron a Santos. (...) Con Odebrecht no pasó nada en Ecuador, porque eso fue lo que pactó la Fiscalía de Carlos Baca. ¿Qué dijo el juez? “Oiga, estas pruebas no son pruebas; son nulas, no pueden ser utilizadas contra nadie; por tanto, no pueden ser utilizadas en un proceso contra Jorge Glas”.

Sin embargo, la Fiscalía ha dicho que la acusación se basó en otras pruebas además del testimonio de José Conceição Santos: pericias, transcripciones de llamadas, documentos y hasta confesiones de algunos de los sentenciados.

¿Pericias? Del famoso pendrive. El perito designado por el Consejo de la Judicatura dijo que no era prueba porque se demostró en el juicio que era del 2016, el sistema de inteligencia lo había descargado y no había un solo e-mail que me incriminara. ¿Transcripciones? Todos dijeron que no me conocían. ¿Documentos? Los que trajo Odebrecht ya no valen, son nulos. Hubo una asistencia penal de China que tuvieron escondida y que me exculpa en un 1.000 %. Hubo documentos de la UAFE, del SRI, de la Contraloría, de 70 países a favor mío... ¿Confesiones? Efectivamente, hubo confesiones de unos lobistas y funcionarios que recibieron dinero en sus cuentas, que lo reconocieron, que Santos los grabó. Y esa corrupción del señor (Gustavo) Massu, (José) Terán, (Kepler) Verduga sí la hubo: ellos reconocieron que habían recibido dinero. Es más, Verduga dijo: “Sí, yo le di dinero a Santos porque era una práctica desde los años 80 que los funcionarios de Odebrecht pidan dinero para embolsicárselos y dar subcontratos” (...). Es decir, los de Odebrecht eran tan corruptos que se robaban a sí mismos. Sin embargo, ellos manifestaron que ni me conocían...

Esta decisión judicial es extraterritorial. ¿Cómo puede esto servirle para el proceso de Ecuador? ¿Se puede presentar como prueba nueva en un recurso extraordinario de revisión de la sentencia?

Eso que lo vean los abogados (...). Esperemos que la sentencia llegue al Ecuador por la vía oficial. Recién se dio en estos días; tiene que traducirse oficialmente, tiene que apostillarse...

El fiscal que llevó toda la investigación fue Carlos Baca Mancheno, que fue funcionario del correísmo. ¿Por qué actuó contra usted?

Fue un traidor. Debería usted preguntarle a Odebrecht entre quiénes repartió los $ 10 millones para declarar en mi contra y salir librado de todo. Fue Baca. La semana antes de que el traidor (Lenín Moreno) asuma el poder, Baca fue a Brasil. Me llama desde allá y me dice: “Jorge, tengo una excelente noticia para ti. Tengo un video de Santos que dice que tú eres inocente, que (Walter) Solís es inocente”. Yo le digo: “Dile que le agradezco por decir la verdad. ¿Qué quieres que haga?”. “No, es que pone dos condiciones para liberar el video”. “¿Cuáles son?”. “La primera, que Odebrecht no sea procesado en el Ecuador; y la segunda es que tú ordenes que les pagues $ 100 millones de dólares en facturas atrasadas”, y que yo retuve cuando me enteré del informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Esa orden la di en diciembre del 2016. Ahora dicen que yo soy pana de Odebrecht, pero yo los expulsé del país, yo les cancelé contratos por $ 800 millones. Los obligué a pagar la reparación de la central San Francisco más una indemnización; yo impedí que se firme la adjudicación del puerto de Manta por $ 200 millones. O sea, Odebrecht tiene razones para odiarme, porque yo le represento $ 1.200 millones en negocios que no pudieron hacer. ¿Qué lógica tiene esto? Baca pactó con Odebrecht, fue como la venta de la bandera, renunció a la soberanía nacional, no procesó a José Conceição Santos y dejó a Odebrecht fuera del juicio. ¿Y cómo es que el caso Odebrecht, que yo denuncié, se queda sin Odebrecht? Pensé: “Han de poner otro juicio”, pero nada.

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¿Y entonces qué fue lo que pasó en este caso, según usted?

Hay una línea que le quiero explicar (y en una hoja dibuja dos rectas). Aquí va (arriba) el tema de Odebrecht que denuncié; yo dejé que la justicia actúe, pues estaba muy ocupado trabajando. Pero acá comienza la otra línea de tiempo (abajo): la primera semana después del 24 de mayo del 2017. Alerta roja en todas las empresas públicas. Yo ya no estaba en los sectores estratégicos, pues le dije a Moreno que quería dedicarme a la reconstrucción de Manabí y al cambio de la matriz productiva. Comienzan a llamarme los funcionarios y los sindicatos de las empresas públicas. Me dicen: “Vicepresidente, están robando”. “¿Pero qué pasó?”. “Están pidiendo el 30 % por contrato”. “¿Pero qué fue lo que pasó?” “Los nuevos gerentes, que dicen que son de tal partido político, de todos los partidos...”. Inmediatamente voy a la oficina del presidente Moreno: “¿Qué pasó? Usted se ha equivocado. Esta gente es de tal partido, de tal otro...”. Moreno primero me lo niega: “Ay, mi querido Jorge, no ha de ser”. En segunda instancia me dice: “Ay, sí, mi querido Jorge, tuve que hacerlo por ti”. “¿Por mí?”. “Es para que no te ataquen”. “Presidente, yo me defiendo solo...”. “Mi querido Jorge, déjame corregirlo”. Siguiente golpe: corta los fondos de la reconstrucción. Se paralizan todos los trabajos. Voy a hablar con el presidente. “Mi querido Jorge, debe ser un error”. Fui con el ministro de Finanzas; me dice: “El presidente me dio la orden de que no se invierta en reconstrucción”. “Pero eso es hasta ilegal”, le dije. “Hable con el presidente”. Esto se fue degradando... Hasta que llega la última reunión que tuve con Moreno, en julio, los dos solos. Me dice: “Bueno, Jorge, ya no nos hagamos (y hace el ademán de partir por la mitad algo)”. “Presidente, ¿qué me está diciendo?” (...) “Voy a desconcentrar las compras de los hospitales para que pongas el gerente del hospital de IESS de Los Ceibos”. “¿Qué me está diciendo?”. “Ya, Jorge”. Pego un golpe en la mesa. “Presidente, yo ni robo ni dejo robar, que le quede claro, y se acabó esta conversación. Usted está sentado en la silla de Rafael Correa Delgado y entienda que yo ni robo ni dejo robar”. Me saca del escritorio el informe de la Contraloría del caso Singue sin firmar. Todavía decía “Carlos Pólit”, el que firmó Pablo Celi.

Entonces, ¿en esa última reunión rompió con el presidente Moreno?

Sí, y salgo a hacer mi manifiesto público el 2 de agosto de 2017. El 2 de octubre ya estaba preso. Lo que le quiero decir es que mientras se desarrollaba el caso Odebrecht, donde yo nada tenía que ver, según palabras del propio fiscal Baca, del propio Moreno, que escucharon las grabaciones, ellos dijeron: “Aquí metámoslo a Glas”. ¿Para qué? Para mandarme a la cárcel y poder robar ahí.

¿Y qué ganaba Baca con esta “traición”?

Él quería ser presidente como otros tantos desubicados del Consejo de la Judicatura, de la Asamblea, que decían: “A ver, el presidente Correa no está, no dejemos que vuelva; y a Glas lo desaparecemos”.

¿La decisión de declarar nulas las pruebas de Odebrecht para el caso de asociación ilícita abriría la puerta a que pase lo mismo con las que se usaron para otros procesos, por ejemplo, el de concusión de Carlos Pólit, el de asociación ilícita de Alecksey Mosquera, el de cohecho agravado de Correa y otros?

Yo asumo que sí, al menos en el caso Arroz Verde (Sobornos 2012-2016). Una cosa dijo José Santos en el juicio de Odebrecht que se quedó sin Odebrecht, y otra cosa completamente distinta en Arroz Verde. Por lógica, en una de las dos cosas miente. Por lo tanto, sus testimonios son nulos de pleno derecho.

Jorge Glas (c), exvicepresidente de Ecuador , participa en una rueda de prensa en Guayaquil. Glas dijo ser "inocente" en el caso Odebrecht, después de que el Tribunal Supremo Federal de Brasil anulase las pruebas extraídas de los sistemas informáticos de la constructora brasileña. EFE/Mauricio Torres Foto: EFE

Actualmente está cumpliendo su pena en libertad por la medida cautelar que le otorgó un juez de Santo Domingo de los Tsáchilas. Ya pidió la unificación de las penas, y la de ocho por Sobornos absorbió la de seis por asociación ilícita. Recientemente ha pedido la aplicación de la ley más benigna. ¿Por qué hizo esto si ya se acogió a la otra figura?

Le explico. Yo fui sentenciado con un código penal derogado. A ver, primero, cuál tuvo que ser el delito por el que sentenciaron a una serie de personas: cohecho, concusión, tráfico de influencias. Pero como no había pruebas en mi contra en particular, se inventan la figura de asociación ilícita y se alejan de los delitos contra la administración pública, lo cual es una barbaridad. Pero el delito de asociación ilícita en el Código Orgánico Integral Penal actual tiene pena de cinco años. Y dice el mismo código que para penas de hasta cinco años usted puede pedir la suspensión condicional de la pena. Yo pedía la suspensión condicional de la pena y regresaba a mi oficina. Entonces, para no permitir eso, me condenan con el código penal anterior (...). Luego viene el influjo síquico. Entonces, ocho absorbe seis, 40 % de ocho; yo tenía que salir libre el 14 diciembre del 2020 y no me dejaron. ¿Y sabe cómo fue mi prisión? Tuve que sobrevivir a 25 motines. En la ventana de la celda quedaba una calle que une el pabellón de mínima y mediana el de máxima seguridad. Desde ahí se ve el asalto del pabellón de mínima y mediana donde mataron 20 personas, se dan bala, machete, se cortan brazos, se decapitan... Repentinamente, después de una hora de motín, dicen: “Matemos a Glas”. Entonces, ahí tienen que tratar de evacuar en medio de balas, gas lacrimógeno, un charco de sangre afuera. Me resbalo, me golpeo, me lesiono el hombro y la cadera. “No se pare, ingeniero. ¡Pum, pum, pum! Quédese ahí. Levántese. ¡Corra! ¡Cuerpo a tierra! ¡Bomba molotov! ¡Ah, no ha sido una bomba molotov. Es una cabeza en llamas!” (...). Yo conté 70 amenazas de muerte en la cárcel en Cotopaxi y nunca las investigaron. Yo tuve de vecinos a los líderes de las grandes bandas. Todos me amenazaron de muerte, porque a ellos se los metió presos durante la Revolución Ciudadana. Fue Moreno y Lasso quienes los liberaron o les dieron las llaves de los pabellones.

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¿Y ahora a qué se dedica usted? No se lo vio en la campaña de las elecciones seccionales. Recién apareció en la asamblea del movimiento donde se eligió al binomio presidencial.

En la Revolución Ciudadana seré militante hasta que me muera. Yo salí a operarme, a recuperar mi salud. Por dos años no salí de la celda por las amenazas de muerte. ¿Sabes lo que es pasar dos años en una celda de tres por tres? Tuve que trabajar mucho esto (se señala la cabeza) para sobrevivir al encierro. En este tiempo he estado con mi familia, con mis amigos. Ayudo a mi movimiento en lo que puedo. Tengo una enorme experiencia, un enorme talento adquirido en mi vida que siempre pondré a disposición del pueblo ecuatoriano. Una candidatura, lo dije desde el inicio, no, no puedo. Y no quiero, por ahora.

¿Pero cree que en algún momento sea viable una candidatura si se declara la nulidad de los procesos en su contra?

Yo creo que esa respuesta usted tiene que verla en la historia, cómo han terminado en este país ese tipo de persecuciones políticas. Yo le voy a decir cómo terminó la de Brasil: Dilma presidente, Dilma destituida, Dilma perseguida; Lula perseguido; juez Moro, un actor político, acusa a Dilma, acusa a Lula, acusa a la mamá de Tarzán y la mona Chita; encierran a Lula año y medio; se descubre que todo es falso; sale Lula, Lula presidente.

Entonces, ¿también Jorge Glas presidente?

No, yo estoy bien así; yo no estoy en nada (...). No está en mis planes. No lo tengo considerado. No pienso ser parte de ningún Gobierno en este momento de mi vida.

¿En qué está trabajando?

Bueno, estoy ayudando en el movimiento político en muchas cosas, dentro de mis capacidades, contribuyendo lo que me piden. Y yo he sobrevivido, mi familia ha sobrevivido.

Jorge Glas en la asamblea de la Revolución Ciudadana en Portoviejo en la que se designó al binomio Luisa González-Andrés Arauz, en junio pasado. Foto de Archivo Foto: EFE

¿Le pagan un sueldo?

Mis compañeros hacen colectas mensuales como una ayuda económica, porque recuerde que a mí me quitaron la pensión vitalicia y, como hicieron despedir a mi esposa (se me acabó el matrimonio en el camino también), no teníamos para comer. Pero mis compañeros asambleístas, migrantes, nunca me han dejado solo...

Como parte de las sentencias de Odebrecht y Sobornos, usted tiene que devolver dinero y pagar multas: ¿cuándo lo hará?

No hablemos de esas tonterías... ¿Sabe cuánto tengo que pagar en glosas y reparaciones integrales? Son $ 1.500 millones.

Incluyendo las responsabilidades por la Refinería del Pacífico...

Por todo. Yo no sé, súmelo a la pila. Esto es ridículo.

Pero la refinería no se hizo.

Porque la pararon, pues. Pero ahí están los estudios, las licencias, los cimientos, el acueducto multipropósito. Yo ya tenía $ 4.000 millones apalancados. Era solo de empezar...

¿De dónde?

De un sindicato de Banco de Europa. Pararon la economía; cerraron las escuelas del milenio, centros de salud; les quitaron a los chicos los uniformes, los libros; a los enfermos, las medicinas; le quitaron a la Policía las balas; le quitaron al pueblo su esperanza, su seguridad, su dignidad. (I)