Siempre lo supieron. Lenín Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa no desconocían lo que ocurriría en el Ecuador en materia energética en tiempos de estiaje y turbulencia política y no solo que lo ignoraron, sino que alentaron la fórmula del desastre. Me encantaría plantear que Rafael Correa y el correísmo también son los responsables, pero no, más bien, al parecer, intuimos, sospechamos y especulamos que ellos han sido los únicos que sabían qué y cómo hacerlo. (Aquí: lectores tomándose de los cabellos).

‘Así llueva, habrá apagones por lo menos seis meses’ en Ecuador, dice Fernando Santos Alvite, exministro de Energía, sobre la crisis energética

Cuando Lenín Boltaire asumió el poder empezó la estrategia de desmantelamiento de las entidades públicas con las intenciones de empujar el péndulo de la producción en esta área estratégica hacia el modelo privado: importaciones de combustible, alquiler de barcazas, compra de generadores termoeléctricos. Es decir, un retorno al viejo modelo que se intentaba superar con el cambio de la matriz productiva. Esa misma falta de sensatez con la administración pública recrudeció con Lasso, encargado de reestrenar los apagones energéticos, y su ministro Santos Alvite, quien hoy ingresa a juicio político en la Asamblea por decir, el 3 de octubre de 2023, que el país no tendría apagones, y cuando los tuvo aseguró que era por el calor en Guayaquil y la alta demanda de energía para enfriar con acondicionadores los ambientes domésticos. (Aquí, lectores soltando ruidosas carcajadas).

El problema de fondo es que, de hoy en adelante, y al menos durante los seis próximos meses, estaremos sometidos a cortes...

Ahora bien, nada más inoportuno que el nuevo proceso de racionamientos eléctricos –desconexiones energéticas temporales– le haya llegado al gobierno de Noboa a puertas de su consulta popular pues nuevamente afloraría esa falta de sensatez política al momento de administrar los sectores estratégicos del país –entiéndase por “falta de sensatez”, al proyecto de privatizar indirectamente la producción energética ecuatoriana-. Así, llamaron “sabotaje” al “descuido” sobre la generación eléctrica; sugirieron que “se abrieron las compuertas” cuando no supieron explicar por qué no previeron respuestas al estiaje anunciado el año anterior, y politizaron inútilmente una crisis que les afectaba electoralmente, pero sobre todo los mostraba como lo que son: farsantes. (Aquí los mentados rasgándose las vestiduras).

¿Qué es la crisis energética de Ecuador?

El problema de fondo es que, de hoy en adelante, y al menos durante los seis próximos meses, estaremos sometidos a cortes diligentemente programados para suspender las actividades educativas, paralizar milimétricamente los procesos productivos nacionales, disminuir los ingresos en los sectores exportadores, diferir las actividades deportivas y recreativas. Mientras en paralelo no se habla de planificación, inversión, reprogramación, sino que se proclaman alquileres, compras y concesiones.

¿Hay un efecto político por la crisis eléctrica?

Es claro que la política ecuatoriana busca alejarse de ese cuestionado período correísta que, según su lectura, fue de los más perjudiciales, sobre todo para las arcas fiscales; pero el tema de fondo es que aun así los indicadores de gestión pública de lejos les permiten -a Moreno, Lasso y Noboa juntos- igualarlo y menos superarlo. Deberíamos empezar por allí. (Aquí: aplausos). (O)