La próxima semana se realizará la Cumbre del G7. Los líderes de los Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Canadá se reunirán en medio de un contexto geopolítico complejo, determinado por la guerra en Ucrania, el necesario cese al fuego en Gaza, el fortalecimiento de la relación entre China y Rusia y el creciente flujo migratorio de África y América Latina.

Este año, Italia ocupa la presidencia rotativa y como país anfitrión ha extendido, por primera vez en la historia de la cumbre, una invitación especial a un sumo pontífice, haciendo una clara invocación a la paz justa y duradera.

De la hiperglobalización a la poliglobalización

El G7 representa a los países más industrializados del planeta, generan el 45 % de la riqueza mundial, los valores compartidos que los representa son la democracia, los derechos humanos, la economía de mercado libre e inclusiva y el respeto al derecho internacional. Sus discusiones giran en torno a las grandes fuerzas que definen las relaciones internacionales, no solo desde la perspectiva geopolítica o geoeconómica, sino también desde la presión que ejerce la crisis climática y la transición energética, así como el impacto y control de las nuevas tecnologías.

Putin y Xi: la consolidación del eje sino-ruso

La presencia del papa Francisco en la Cumbre tiene como objetivo central plantear el desafío que representa el acelerado desarrollo de la inteligencia artificial (IA), su impacto en la humanidad y el nuevo orden mundial. Ya en la Jornada Mundial de la Paz, de enero pasado, Jorge Mario Bergoglio señaló que el camino de la paz atraviesa por el progreso de la ciencia y la tecnología; destacó la virtud del uso de la IA para el desarrollo humano integral a partir de lo que denomina una “algor-ética”, es decir, el desarrollo ético de los algoritmos, pero también alertó sobre los riesgos graves, reales y posibles del uso no regulado de la IA, desde su alcance bélico a través de sistemas de armas autónomas letales, hasta el riesgo de caer en la espiral de una dictadura tecnológica con graves riesgos para las sociedades democráticas y la convivencia pacífica. Abordar la IA desde sus virtudes y riesgos será la contribución que su santidad realice para avanzar en la necesaria elaboración de un tratado internacional vinculante que regule su desarrollo y uso en sus múltiples formas, teniendo en cuenta a todas las partes interesadas, incluidas las marginadas en el debate global.

Desde la perspectiva geoestratégica, la IA profundiza la confrontación entre Occidente y Oriente, principalmente entre los Estados Unidos y China, que compiten para alcanzar la “supremacía inteligente”; frente a la que la Unión Europea ha perdido espacio, pero avanza hacia una regulación mundial.

La Cumbre del G7 representa una oportunidad para recalibrar cómo quieren ser percibidos por el resto del mundo: mantener una posición de supremacía y confrontación o elevar su poder hacia fines globales de mayor ambición y trascendencia, como dice el papa Francisco, “que esta supremacía inteligente no aumente las desigualdades e injusticias ya presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a guerras y conflictos, y alivie muchas formas de sufrimiento que afligen a la humanidad”. (O)