En octubre del año pasado, y luego del triunfo de Lula da Silva en las elecciones presidenciales en Brasil, cobró protagonismo la idea de que luego de un breve lapso la izquierda latinoamericana había podido conseguir retomar el poder en varios países, marcando un rumbo que sería permanente e inexorable, permitiendo la consolidación de la izquierda progresista en toda la región. Bajo esa lógica, se argumentó también que el desprestigio de la derecha era de tal magnitud que difícilmente iba a tener nuevas opciones de llegar al poder en los países latinoamericanos, mencionándose que fue México en 2018 el país que había dado la primera señal de esta nueva luminosa etapa de la izquierda en Latinoamérica.

La gran vacante

En ese escenario y si bien ciertos analistas advertían que no existía un real cambio ideológico en los electores de la región, muchos se anticiparon señalando que las victorias electorales de la izquierda incorporaban un convencimiento genuino de las bondades de esa tendencia y un rechazo total hacia los principios básicos de la derecha. Sin embargo, y como suele acontecer, el análisis político marcado por prejuicios y arrogancia usualmente cae en distorsiones y precisamente una de ellas es no entender que más allá de ideología alguna, los electores están votando en la actualidad por opciones que representan lo opuesto a los gobernantes de turno en cada país, fenómeno que se vincula con el sentimiento generalizado de indignación que existe en las distintas sociedades. En otras palabras, la inclinación política de los votantes de la región guarda más relación con las circunstancias de cada país, antes que en la convicción ideológica idealizada bajo el simbolismo de la patria grande.

Agenda mañanera

Hay ejemplos muy claros de lo señalado. En Argentina se celebrarán elecciones presidenciales en octubre de 2023 y salvo cualquier sorpresa, que sí se dan, lo más probable es que triunfe el partido Juntos por el Cambio, que tendrá a Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich como aspirantes presidenciales; por varias razones, las elecciones en Argentina tienen un significado especial en el imaginario de la izquierda latinoamericana, que seguramente recibirá la derrota del partido de Cristina Kirchner como un duro revés. En Venezuela y si bien las elecciones presidenciales están previstas para el próximo año, el autoritario gobierno de dicho país no dudó en maniobrar para tratar de sacar del ruedo electoral a María Corina Machado, quien hasta ahora se perfila como la más seria candidata a la presidencia de dicho país, y ojo que una victoria de Machado significaría también un golpe muy fuerte a la narrativa de la izquierda que marcha victoriosa por toda Latinoamérica.

Los límites del poder

Aquí en el Ecuador existe la posibilidad de un triunfo en las próximas elecciones de la candidata de la Revolución Ciudadana, movimiento inmerso en la llamada izquierda de la región. ¿Un cambio ideológico inexorable por parte del elector ecuatoriano convencido por ahora y para siempre de que la izquierda es la única alternativa posible?, ¿o simplemente un rechazo categórico a lo que ha representado el actual Gobierno? No hay necesidad de ser adivino político para saberlo. (O)