“Juntos construiremos la nueva ciudad” era el eslogan con el que la autoridad municipal saliente se promocionaba en las vallas colocadas por doquier. Ofrecía obras que transformarían a Guayaquil en una ciudad mejor y más amigable. No solo no fue cierto, sino que los guayaquileños hemos sido testigos del abandono de parte de quienes debían velar por los servicios básicos, el ornato, el crecimiento ordenado, las áreas verdes, nuestro malecón y nuestro estero Salado. Las prioridades en cuanto a la necesidad de obras se trastocaron, construyendo e inaugurando estructuras con la intención de capturar votos para la siguiente contienda electoral. Por fortuna, la mayoría de los guayaquileños fuimos conscientes y no nos dejamos engañar nuevamente. Escogimos una nueva opción, una suerte de volver a empezar, con la esperanza de recuperar lo perdido y de volver a brillar como antes.

Aquí les tuiteo: el debate político y la queja ciudadana en Twitter

A Aquiles Alvarez le espera una gran tarea. Recibe una ciudad descuidada en todo sentido. A la inseguridad –que es nacional– se le agregan las situaciones casi diarias de violencia local, crecimiento urbano desordenado, caos del tránsito vehicular, falta de aseo de calles y parques, insalubridad generalizada, irrespeto a la naturaleza y el persistente abandono que seguramente sufren muchos barrios marginales con calles sin pavimentar y acceso limitado a servicios básicos.

El sillón de Aquiles

Poca conciencia existe, en general, de todo lo que el cambio climático representa para el planeta y para los humanos. Para algunos, es un problema menor y una exageración. Lo cierto es que la crisis climática es una realidad, agravada en gran medida por la misma especie humana, que se ha encargado de ir mermando los recursos naturales y de ir contaminando el ambiente. “El cambio climático y El Niño elevarán ‘hasta límites desconocidos’ la temperatura global, advierte la ONU”.

Los ciudadanos podemos y debemos contribuir a mitigar en algo la crisis climática y sus efectos a futuro. Para ello, necesitamos autoridades conscientes y comprometidas con esta realidad. Guayaquil requiere más áreas verdes y menos cemento; necesita combatir la contaminación que representan las canteras vía a la costa; requiere fomentar la cultura del reciclaje y de clasificación de basura para su recolección y eliminación; necesita normar el uso de material biodegradable en la mayoría de industrias disminuyendo el uso de plástico, entre otras medidas.

Nuestros parques están abandonados. Las plagas consumen plantas y árboles, el manglar del estero está muriendo, las aguas del estero están sucias y llenas de basura, los animales han perdido su hábitat natural y van desapareciendo, las iguanas –ícono guayaquileño– buscan comida o aparecen muertas. Contraviniendo las disposiciones, dentro de los parques transitan motos, bicicletas, perros sueltos, alterando la paz de quien camina y de la fauna propia del medio. Los guardias de seguridad son insuficientes. Hay robos frecuentes y es común encontrarse con botellas de licor y preservativos bajo las bancas.

El trabajo por recuperar y mejorar Guayaquil demanda un esfuerzo titánico. El nuevo alcalde habrá de demostrar que puede. (O)