El privilegio de los hombres es real. Lo es en todos los ámbitos de la vida: trabajo, escuela, transporte público, familias y por supuesto en política. Las luchas feministas para lograr mayor participación incluyen la paridad, esta apenas logra visibilizar a las mujeres –equitativamente– en la papeleta. Aunque está lejos de significar igualdad, es un inicio: una política de identidad que muestra a otras, que anima a lo posible, a existir con voz y acción propia.

Mujeres políticas coinciden en que paridad de género en listas no es una imposición sino la oportunidad para llegar a espacios clave

La evidencia muestra cómo el aumento de mujeres en Legislativo y política mejora la calidad de vida de las comunidades, disminuye la corrupción y logra democracias más sólidas. Luego del genocidio de 1994 en Ruanda, la representación de mujeres en el Legislativo subió de menos del 4 % a más del 50 % desde 2005, actualmente es mayor a 63 %. En el polo opuesto del desarrollo, Estados Unidos, Patricia Homar muestra en sus estudios cómo el grado de desigualdad de género sistemática resulta en peores resultados de salud para personas de cualquier sexo en los estados. Esto significa que, a nivel macro, el sexismo y machismo estructural es universalmente perjudicial para la salud de la población.

El desafío de la formación política para mujeres y hombres

Quien dirige el Consejo Electoral ha llegado a posiciones políticas importantes en buena parte gracias a movimientos feministas que promueven diversidad e inclusión de todos, empezando por la mayoría que es de sexo femenino. Atamaint muestra cómo ser mujer no garantiza conocer o actuar con perspectiva de género. Inicialmente accedió a evitar la paridad como le recomendaron los dueños de los partidos, al ser obligada a hacerlo por el Tribunal Contencioso Electoral, ha dado desafortunadas declaraciones por su temor a que las mujeres sean “relleno” o “improvisadas”. Su actuar es tristemente fruto de una cultura de la desigualdad, brutalmente machista que contamina a la mayoría: logra que muchas mujeres se identifiquen con esa actitud y cultura a tal punto de ser la voz de la injusticia, la mano ejecutora de la discriminación.

La gran mayoría de políticos desde tiempos inmemoriales son hombres, improvisados, de poca experiencia...

Liderazgo femenino

La gran mayoría de políticos desde tiempos inmemoriales son hombres, improvisados, de poca experiencia en el ámbito público y sin siquiera historias personales de formación, ideas o acciones que los haya llevado a los lugares de poder que ejercen. Están ahí, por ser amigos de alguien o por los recursos que traen a esos alguien, que claro, también son hombres. Basta ver los 8 binomios presidenciales para notar que fueron las candidatas a la vicepresidencia las escogidas por más méritos académicos, laborales y de activismo que sus contrapartes. De las 16 personas, ninguno tiene historia notable en la organización política que los auspicia. De hecho, solo un binomio tiene militantes de su movimiento escogidos por el jefe –por leales, no precisamente brillantes– para que sea conocidos por sus militantes y país durante las campañas.

La diversidad en la política es importante, al comienzo las comunidades vemos que nuestros representantes se nos parecen, a medida que pasa el tiempo se superan las cuotas como en Ruanda, para ya no hablar de paridad sino de equidad de géneros y lograr más oportunidades, los mismos derechos, poder, mejor democracia y vida. (O)