Todos los habitantes del país están orgullosos de lo cumplido por los atletas ecuatorianos en los Juegos Olímpicos 2024. Las historias de su preparación llenan de asombro por la tenacidad, las ganas y la claridad de propósitos que los embargaban. La convicción de que para grandes logros hay que prepararse es parte de los comentarios colectivos, de los cuestionamientos personales y los desafíos que nos planteamos.

Comencé a observar la palabra y contemplarla desde diferentes ángulos. Hay que prepararse. Pararse con anticipación. Es una de las facultades que nos caracterizan como seres humanos: la posición de pie, erguirse. Parece que esto permitió el desarrollo de las cuerdas vocales, el habla y la enorme capacidad de comunicación que trajo aparejado extendernos por todo el planeta y utilizar sonidos que luego aprendimos a escribir y con ellos expresar hasta los sentimientos más profundos. Nuestro cuerpo cambió y lo transmitimos genéticamente. Hicimos símbolos y creamos realidades, y eso lo hicimos juntos, aprendimos a cooperar hasta con los que están lejos, rompimos barreras y organizamos sociedades, expone Noah Harari en su libro De hombres a dioses.

Rumbo a la demagogia

Imposición de la fuerza

Los atletas que nos representaron en los Juegos Olímpicos se prepararon años, no improvisaron. Los más técnicos entre nosotros hablarán de planificación, de estrategias.

Algo semejante estamos viendo con lo que sucede en Venezuela. Ha habido preparación y hay estrategias. Depende de muchos factores que tengan un resultado positivo.

¿Nosotros nos preparamos para las etapas que nos esperan como país?

No solo los políticos, muchos improvisan y reaccionan al viento que sopla, sino los que no estamos afiliados y queremos lo mejor para el país.

La desesperanza colectiva: “todos son iguales, hay que elegir al menos malo, no me interesa ninguno/a”, nos mantiene en calidad de alfombra sobre los que los demás pasan, y hasta elogian su calidad mullida, “no hacen ruido”…

Estamos invitados a una fiesta democrática en pocos meses: participar eligiendo a quienes van a dirigir los destinos del país. Es el primer peldaño del accionar democrático. Podemos contemplarnos en el espejo de lo que sucede en Venezuela, valorar la importancia del voto y del cuidado de los resultados.

Si preparar los Juegos Olímpicos lleva tanto tiempo, prepararnos para vivir en democracia requiere todos nuestros esfuerzos personales y colectivos. La corrupción es una plaga que la corroe; la impunidad, una termita que la carcome; el narcotráfico, un poder que la anula con la complicidad de los que se benefician del dinero que obtienen con la descomposición social que acarrea.

Si los deportistas ecuatorianos lograron una intervención destacada a base de esfuerzo y sacrificio porque tenían un propósito claro, su ejemplo puede guiar nuestra preparación. No podemos improvisar, hay que ir analizando, observando y eligiendo desde ya, como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que depende de la mayoría y que esa mayoría hay que respetarla.

Oppenheimer llama “paranoia constructiva” al entendimiento de que estamos mal y debemos superarnos.

Y entonces nos pondremos de pie, física y/o simbólicamente, orgullosos de los logros porque nos pre-paramos. (O)