La Universidad Amawtay Wasi (UAW) fue creada en el año 2005 como institución privada. El correísmo la cerró ya que no cumplía con los criterios mínimos para su funcionamiento.

En el 2018, el entonces presidente Lenín Moreno le volvió a dar vida a esta como institución pública.

En enero del 2024 la universidad ha sido intervenida por el Consejo de Educación Superior, después de un fallido intento por nombrar rector, en el que la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) quería imponer a su candidato, quien no cumplía con todos los requisitos de ley.

En el año 2021 Leonidas Iza intervino en la Asamblea, en un debate sobre la UAW. En esa oportunidad señaló que las autoridades, funcionarios y docentes debían ser nombrados por la comunidad y su organización, es decir, por la Conaie; puntualizó que en el caso de las autoridades académicas y docentes, el perfil profesional, títulos de Ph. D. y maestría no eran importantes y debían quedar en segundo lugar; los criterios tenían que ser impuestos por la comunidad y la organización, es decir, la Conaie. Antes que el interés de los ciudadanos indígenas y sus necesidades están los intereses gremiales de poner sus reglas por sobre las leyes que toda institución educativa del país debe cumplir. Sin ninguna consideración por la calidad de la educación que reciben los jóvenes que asisten a esta universidad, tal como pasa con el Sistema de Educación Intercultural Bilingüe, se sobrepone el interés del control gremial de ciertas instituciones públicas para ubicar a su gente y su agenda política.

En el discurso la UAW responde a la demanda del movimiento indígena de tener una institución de educación superior con los objetivos de dedicar sus esfuerzos al desarrollo del conocimiento “tradicional” de los pueblos indígenas y de sus necesidades específicas. ¿Los cumple? La pregunta necesaria es si responde a las necesidades de los ciudadanos indígenas o a la ideología de sus dirigentes y de ciertos intelectuales. Desde la justificación de su existencia podemos encontrar argumentos “teóricos” que son ante todo postulados ideológicos. La idea de que existe un continuum “no contaminado” desde la época prehispánica y que es posible recuperarlos, como una muestra de pensamiento no occidental, ha sido ampliamente desacreditada por la historia y la antropología.

Una universidad es un centro dedicado al pensamiento no solo de un pueblo y una cultura, sino del conocimiento creado por la humanidad, que por un lado sirve para forjar el espíritu humano, y segundo para resolver los problemas que nos presenta el mundo. En este caso, si uno observa la malla curricular, está llena de materias que satisfacen posiciones ideológicas, como “insurgencia simbólica” en la carrera de Lengua y Cultura. Hay una necesidad de lingüistas, pero en la carrera propuesta no existe ni una sola materia que se acerque a esta formación.

Esta universidad experimenta y juega con el deseo de jóvenes preocupados por obtener un título universitario, con la intención de alcanzar utopías ideológicas, sin importar los costos de sus errores en su formación. (O)