Hasta este 12 de agosto la represión a las manifestaciones en Venezuela sumaba 25 muertes. Los resultados de las elecciones del 28 de julio, proclamados por el Consejo Nacional Electoral de ese país, desataron una ola de acusaciones contra el régimen de Nicolás Maduro.

Edmundo González Urrutia y María Corina Machado han convocado a nuevas protestas para el próximo fin de semana, mientras la comunidad internacional exige al Gobierno en funciones entregar las actas de los comicios y países como los Estados Unidos, Ecuador y Argentina han desconocido la supuesta reelección de Nicolás Maduro.

Demencia, no democracia

El panorama para Venezuela es complicado. El chavismo se niega a entregar el poder pese a que la oposición muestra pruebas de que la población le dio la espalda al régimen y mayoritariamente votó por Edmundo González.

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Las detenciones por las protestas van en aumento: son 2.400 los aprehendidos, según fuentes oficiales. Lo que Maduro llama ‘mano de hierro’ es la metodología que utiliza el Estado venezolano para atemorizar a quienes reclaman respeto a la democracia. Entre tanto, la oposición no está dispuesta a ceder ante un presidente que al tiempo de hablar de victoria menciona un ataque cibernético el día en que se desarrollaron las elecciones.

Imposición de la fuerza

Es cierto que la comunidad internacional ha levantado su voz para respaldar la democracia y la transparencia en Venezuela, pero los hechos muestran a un Nicolás Maduro de oídos sordos y hasta altanero ante quienes reclaman la validez de su voto.

¿Qué más puede hacer la comunidad internacional? No callar, no permitir que se normalice lo ocurrido en el país bolivariano, donde no se admitió el ingreso a grupos de observadores independientes, donde la protesta es atacada con cárcel y muerte, donde los opositores son perseguidos, expulsados o encerrados.

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¿Qué pueden hacer los venezolanos? Mantener sus posturas y defender el derecho a vivir en una democracia real. (O)