Se juntaron en la noche del jueves pasado dos grandes marcas: Torremilanos, una de las bodegas de vino icónicas de la Ribera del Duero, y Zeru, al cual catalogo como, sino el mejor, uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

Estuvo en Guayaquil Vicente Peñalba López, heredero de una tradición familiar vitivinícola envidiable, como es Torremilanos, bodega que, con otras cinco hoy afamadas, como por ejemplo Vega Sicilia, fundaron la denominación de origen y el consejo regulador de la Ribera del Duero en los años sesenta.

Así, en el siglo XX, las D.O. Rioja y Ribera del Duero revolucionan el vino español y cambian la historia de la industria, pasando de humildes claretes a vinos estructurados, elegantes, complejos. A su visita, se organiza un menú de degustación en Zeru. Este restaurante tiene una combinación que produce una química de trabajo muy positiva entre su chef y su propietario, Cartagena y Buendía. Trabajan juntos los menús, coparticipan en la creación y critican conjuntamente el trabajo.

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En la noche nos presentaron algunas cosas excepcionales. En desorden cronológico, comenzaremos por lo mejor. Un carpaccio de magret de pato. Este podría ser uno de los mejores platos de cualquier restaurante del país.

Con un fondo ligero de trufas, reducción de moras y frambuesas y un demi-glace. El pato estaba tan bien tratado que parecía un jamón curado, acompañado con un crujiente de chicharrón del magret, cocinado aparte por seis horas. Un plato que merece estar en la carta permanentemente, elaborado con mucha técnica, a la perfección; maridado con un Peñalba Lopez Pinot Noir. A mi juicio, vinos de esta cepa es casi imposible encontrarlos de buena calidad fuera de Francia y California. Este pinot dio la talla. Pese a ser más robusto que los clásicos, tiene la delicadeza de su clase.

El tartar de robalo con leche de tigre, coco y con hierba luisa fue otro plato genial. No hay gran innovación, sin embargo, se necesita de mucha técnica para lograr el balance perfecto, cuyas láminas crocantes de chile no dominaban en el retrogusto. El maridaje fue probablemente de los mejores vinos blancos en relación precio-calidad que hay en el mercado, un Peñalba López Blanco, un ensamble brutal de Albillo, Viura y Chardonay, un vino de casta con crianza en roble.

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El tercer plato estrella de esta cena de cinco fue el postre. Una sopa de chocolate con peras deshidratadas, cardamomo e hilos de caramelo de menta, maridado con la joya de la corona de la bodega, el Torremilanos Colección, con tres años de crianza en barrica de roble y al menos dos en botella. Un vino para beberlo con tiempo para descubrir el cambio en sus aromas y sabores.

Torremilanos es una de las grandes bodegas de vinos de España, y Zeru, con esa dupla ganadora, podría hoy pelear un puesto en la lista de los 50 best de Latinoamérica. (O)