Es el gran dilema y de ahí la propuesta de elevar el IVA, para financiar la guerra y ajustar cuentas fiscales cuyas cifras son alarmantes: déficit 2023 hacia los 5.500 millones de dólares, atrasos del gobierno superando 4.000 millones de dólares, y más grave, una proyección quizás peor para 2024 (necesidades de financiamiento hacia 10 u 11 mil millones de dólares). Hay que actuar.

Otra vez, ‘por la dolarización’

Hay dos visiones muy marcadas. Por un lado, los que creemos que el enfoque esencial debe basarse en productividad (mejor uso de los recursos para generar más valor), lo cual lleva a que la reducción del gasto estatal improductivo debe ser la prioridad, eso es lo que haría cualquier persona o empresa, es difícil entender por qué solo el Estado aplica una lógica diferente y la explicación más común “porque tiene efectos sociales y agregados negativos en la economía” es bastante errada. Por otro lado, los que ponen el equilibrio fiscal como objetivo esencial, y encuentran que la manera más directa y fácil para el Gobierno (algo que ni personas ni empresas podemos hacer así mágicamente) es aumentar impuestos, ahora IVA. Son dos visiones muy diferentes, aunque hay que estar claros que en ambos casos somos los ciudadanos los afectados, en el segundo caso al pagar más impuestos directamente, en el primero al dejar de “recibir esos gastos estatales”. No existe esa visión de que “se afecte al Gobierno”, siempre estamos por detrás personas de carne y hueso. Pero con la primera visión mejora el conjunto de la economía (al utilizar mejor sus recursos) y contrario a lo que se teme, en tendencia no caen ni empleo ni actividad económica, más bien lo contrario; en el segundo, en cambio, empeora el entorno porque una parte de impuestos, nuevos y anteriores, inevitablemente se malgastan y terminamos empobrecidos.

Empresa: protección y defensa

Somos buenos para exigir, pero no para pagar

Aunque hay dos visiones marcadas y yo apoyo la primera, también creo que en la sociedad hay que tender puentes, encontrar acuerdos, si no caemos en lo mismo de los políticos: cada uno en su esquina, defendiendo “sus verdades”. Por eso me parece que debemos abordar al mismo tiempo 5 elementos: 1) reducir drásticamente gastos improductivos de todo el Gobierno (los sufrimos diariamente en los contactos con entidades públicas, incluyendo GAD) y trasladar actividades al sector privado (hay muchas); 2) eliminar y focalizar subsidio a los combustibles: es un pésimo uso de los recursos; 3) subir IVA (da caja); 4) impulsar minería y petróleo (incluir no cierre del Yasuní); 5) cobrar impuestos a los que no pagan... y, ojalá además, reforma de seguridad social, laboral y bajar fuertemente impuesto a la renta con racionalización de exenciones y simplificación de procesos.

Cinco puntos de consenso pero sobre una base: ni el punto 2 y, peor, el 3 tienen sentido si no se avanza al mismo tiempo en el punto 1, si no siempre habrá el mal pretexto “se hará después”... Sí se puede hacer, quirúrgicamente o de manera general: decidir que el presupuesto de toda entidad pública (salvo seguridad) se recorta en 10 % (o más) y redireccionar prioridades (son $ 4 mil millones a la baja). Puede usted estar seguro de que se eliminarían una serie de gastos inútiles, sin afectar en esencia los servicios, sobre todo en educación, salud y afines. ¿Voluntad para ponernos de acuerdo? (O)