Dos días atrás la vida de César Suárez, valiente fiscal encargado de grandes casos, fue cobardemente silenciada por balas sicarias. Paz en su tumba. Ecuador ha perdido a un gran guerrero en su lucha por la paz y la justicia. En el complicado escenario de la seguridad que vivimos, la labor de los fiscales se vuelve cada vez más peligrosa y cada vez más vital. En medio de la creciente guerra contra las mafias, se hace imperativo abordar con firmeza la necesidad de proteger a estos profesionales, una demanda que resuena dolorosamente con el reciente asesinato de César Suárez, quien pagó el precio más alto por su compromiso con la justicia.

La violencia contra los fiscales en Ecuador ha aumentado y continuará haciéndolo. Confrontados con organizaciones criminales altamente organizadas y sin pizca de humanidad, estos defensores de la ley se encuentran constantemente en la línea del frente. El caso trágico de César Suárez no es más que un sombrío recordatorio de la brutalidad que enfrentan diariamente. Este clima de miedo busca no solo minar la capacidad de actuar de los fiscales, sino que también socava directamente la capacidad de nuestro sistema de justicia para luchar contra la delincuencia organizada y restablecer la paz en Ecuador.

Quién era César Suárez, el fiscal manabita asesinado en Los Ceibos

Riesgos en medio del conflicto armado

Si estos funcionarios no pueden desempeñar su papel sin temor a represalias, la persecución de casos complejos y peligrosos se volverá una tarea imposible. Nuestro sistema de justicia no puede depender de que nuestros operadores de justicia estén dispuestos a convertirse en mártires por la patria.

La efectividad de nuestro sistema judicial, entonces, depende de la capacidad del Estado de asegurarles a sus integrantes la protección de sus vidas y las de sus familias. Sin este ingrediente esencial, la guerra contra la delincuencia está perdida.

El fracaso del Estado en proteger la vida de César Suárez es una tragedia que debe inspirar al gobierno de turno a tomar medidas inmediatas y contundentes para garantizar la seguridad de los fiscales y demás operadores de justicia.

¿Qué alcance debe tener el accionar de las Fuerzas Armadas durante el conflicto armado interno en Ecuador? Esto dicen nuestros columnistas

Esto implica proporcionar recursos sustanciales, como escoltas, dispositivos de seguridad y vehículos blindados, así como establecer protocolos efectivos para gestionar las amenazas. Más aún, en una era tecnologizada como la nuestra, es un absurdo exigir a los fiscales involucrados en los casos más peligrosos que trabajen presencialmente, exponiendo innecesariamente sus vidas a las balas de los sicarios.

La protección de los fiscales en Ecuador no puede ser postergada. La memoria de César Suárez, cuya vida fue truncada en la línea del deber, exige una respuesta contundente. Garantizar la seguridad de estos profesionales no es solo una necesidad, es un imperativo para la preservación de la justicia en Ecuador. Solo a través de un compromiso serio y sostenido con la seguridad de los fiscales se puede fortalecer la administración de justicia, restaurar la confianza de la sociedad en el sistema legal y restablecer la paz en nuestro país. La lucha por la justicia no puede permitirse ni una sola baja más en sus filas. (O)