Está en discusión una propuesta de reforma al fondo de pensiones. Su debate es impostergable y para que sea exitoso acordemos tres cosas:

Hay que devolverle sostenibilidad financiera al fondo de pensiones del IESS y pronto. Décadas de advertencias, consultas populares, propuestas y debates no han cambiado el rumbo del fondo de pensiones del IESS hacia la insolvencia, la cual hoy luce cercana. Validar una propuesta de reforma al fondo de pensiones debe ser un objetivo nacional, capaz de vencer la polarización política vigente; una meta digna de unirnos nuevamente tras la frase “¡Ni un paso atrás!”, con la cual el expresidente Durán-Ballén uniera al Ecuador victorioso del 95.

En segundo lugar, evaluemos esta propuesta, mejorando, si cabe, aquello que más resistencia al cambio provocaría. Los cambios más visibles no son altamente sensibles. No estamos ante una reforma privatizadora; tampoco afecta las pensiones de los actuales jubilados ni los derechos adquiridos de quienes hayan cumplido los requisitos para jubilarse según el actual sistema. Tampoco incluye cambios en la tasa de aporte ni en la edad mínima de jubilación y solo limita el aporte fiscal al fondo de pensiones.

¿Qué cambia que provocaría resistencia? Aumentan los años de aporte necesarios para jubilarse; así como el número de mejores años de remuneración que sirven como base para el cálculo de la pensión. Se eliminan regímenes especiales: de los cinco existentes, permanecerían el Seguro Campesino y el sistema de trabajadores del hogar no remunerados. Además, la mitad del fondo de reserva se convierte en ahorro forzoso por dos a tres años y los trabajadores independientes formales deberán afiliarse al sistema de invalidez, vejez y muerte y al fondo de cesantía. Son condicionantes asimilables.

Además de los bajos niveles de resistencia que debiera provocar, el impacto esperado de ella amerita discutirla con actitud constructiva. La propuesta haría sostenible financieramente al sistema de invalidez, vejez y muerte. Además, el subsidio fiscal iría en mayor medida a los más pobres, pues aplica al componente básico que tendría la nueva pensión. Finalmente, la suficiencia de la pensión jubilar estará soportada por la pensión básica (para los de ingresos bajos y medios) y por el ahorro (para los de ingresos medios y altos).

En tercer lugar, hagamos la parte del diseño que falta: sin acuerdo institucional ni fortalecimiento organizacional de la entidad a cargo, no hay estrategia exitosa. Por acuerdo institucional se deben normar las reglas del juego necesarias (roles, obligaciones, potestades) entre las entidades políticas que aprueban y norman la reforma (Poder Ejecutivo, Asamblea Nacional, representantes de los afiliados, etc.). Luego, es indispensable transformar y fortalecer al IESS como organización a cargo de operar el nuevo diseño del fondo de pensiones, pues urge innovar sus estrategias funcionales clave (operaciones, tecnología, portafolio, etc.), su estructura organizacional y sistemas de operación, para un nuevo nivel de fiabilidad, eficiencia y eficacia. Volvamos a ganar juntos. ¡Ni un paso atrás! (O)