Un pedazo de cerro sepultó a 19 personas como consecuencia del deslizamiento de tierra que se produjo en el río Caña del cantón Santa Ana, en la provincia de Manabí, el 4 de marzo de 1998.

Fue uno de los momentos más trágicos provocados por el último fenómeno de El Niño fuerte que enfrentó el país, entre octubre de 1997 y junio de 1998.

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¿Por qué científicos del Ecuador dicen que se debe hablar de evento El Niño y no fenómeno de El Niño?

Los científicos coinciden en que los efectos de este fenómeno en 2023 se percibirán con más fuerza a partir de noviembre próximo. Su intensidad sería de moderada a fuerte, como el que justamente afectó al Ecuador entre 1997 y 1998.

Del derrumbe en Santa Ana, Manabí, trascendió la frase de una madre citada en la publicación “El fenómeno El Niño en Ecuador”, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en la que se analiza el costo socioeconómico de ese evento.

Nos hemos quedado sin nada: sin casa, sin terreno donde sembrar. Murieron mis padres y mis cinco hijos. Tendremos que ir a buscar trabajo a Portoviejo” fueron las palabras de una damnificada por la tragedia del río Caña en Manabí, indica la publicación.

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La frase ilustra los efectos que pueden darse en el que sería el sector más golpeado por El Niño: el agropecuario, según coinciden expertos.

El problema es complejo ya que la pérdida de productividad en los cultivos, la destrucción de la ya debilitada infraestructura rural y la afectación en viviendas empuja a la población del campo a la migración.

“El Niño generó una ola migratoria de vastas consecuencias. Miles de familias han emigrado, ya sea por la destrucción de sus viviendas, la pérdida de cosechas, la falta de espacios laborales o la búsqueda de protección en albergues. Solo en Guayaquil, 18 kilómetros cuadrados de terrenos ubicados cerca de la vía Perimetral han sido copados por familias que proceden de otras provincias y cantones cercanos”, relata el informe de la OPS sobre la situación a finales del siglo XX por consecuencia de El Niño.

Si bien hoy las condiciones del Ecuador han cambiado, la ruralidad sigue enfrentando el embate de fuertes inviernos con los mismos resultados: la pérdida de sembríos en el peor de los casos.

Un estudio del Ministerio de Agricultura y Ganadería indica que los cultivos que resultarían más afectados por el fenómeno de El Niño que se aproxima serían el arroz, maíz, café, cacao, frutales y banano.

“Eso no quiere decir que otros cultivos que no necesariamente se producen en la zona costera del Ecuador no puedan ser afectados, porque las lluvias van a cubrir todas las regiones del país, aunque con mayor incidencia en la Costa”, reconoce Mario Caviedes, profesor de Agronomía de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

Los hongos y bacterias que se reproducen más exponencialmente afectan especialmente al sistema radicular, a las hojas, y en algunos casos a los tallos. “El incremento de la humedad en el suelo causa estrés en las plantas, hay pérdida de calidad, reducción del rendimiento y un incremento importante del ataque de las enfermedades”, dice Caviedes.

El otro problema que también se debe considerar desde el punto de vista agrícola es que en algunas zonas normalmente se siembra en pendientes pronunciadas.

“No es que todos los suelos son completamente planos, como en las estribaciones de la cordillera de los Andes, donde las pendientes pueden superar del 10 % y 20 %, entonces cuando hay una precipitación fuerte puede darse una pérdida de suelo debido a la erosión provocada por las lluvias y por lo tanto también afecta a los nutrientes y al rendimiento de los cultivos”, añade.

Dejar de sembrar arroz o de rellenar ciertas zonas para almacenar allí el exceso de agua de las lluvias es lo que se recomienda ante fenómeno de El Niño

Un factor adicional es que todas las variedades o híbridos que se siembran en el país no son tolerantes a los excesos de humedad.

Franklin Ormaza, profesor de Oceanografía de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), indica: “Hay una constante lluvia, todos los días, no es que se dan de forma esporádica. Las lluvias durante El Niño son de dos a tres veces más de lo que ocurrió el invierno pasado. Marzo llueve 29 días, febrero 27 días, abril 26 días, y en los días que no hay lluvia la evaporación produce mucho calor”.

¿Por qué se reduce el rendimiento de los cultivos?

Con cada invierno hay plantaciones que quedan inundadas como en el cantón Montalvo, en la provincia de Los Ríos.

“Como el cielo va a estar completamente nublado en muchos periodos, eso afecta la fotosíntesis de la planta que necesita luz solar, por lo tanto va a haber merma de producción y productividad de todos los cultivos. Todo esto exigirá que se usen más insumos químicos para controlar las enfermedades”, indica Caviedes.

Una de las maneras de proteger las plantaciones es manteniendo una buena cobertura vegetal del suelo, lo que minimiza la afectación por el encharcamiento del agua. “El problema es que cualquier obra de drenaje tiene su costo. El Gobierno debería de buscar un mecanismo para apoyar a los productores y mejorar los sistemas de drenaje en las diferentes zonas agrícolas del país, en donde se va a ver más reflejado el exceso de humedad”.

El agua corre y drena más fluidamente en zonas donde la pendiente es mayor y cuando se tiene cubierto el suelo se evitan problemas de erosión, degradación y pérdida de suelo y de nutrientes. “Cuando se cosecha algo es preferible mantener esa cobertura y no tratar de preparar todo el suelo y desmenuzar toda la materia orgánica que está allí para intentar minimizar el efecto negativo, principalmente en zonas de pendientes”.

El mantenimiento de los mecanismos de drenaje requiere inversiones adicionales, de ahí que se necesita la ayuda estatal para apoyar a los pequeños y medianos productores. En las zonas planas, por ejemplo, se mejora el drenaje con bombas de succión, agrega el especialista.

La coyuntura política actual de elecciones presidenciales y legislativas anticipadas conforma el peor escenario justo en el periodo de cinco meses que se tiene para prepararse ante El Niño.

El analista económico Fausto Ortíz afirmó a Radio City que el actual régimen de Guillermo Lasso está de salida por lo que debería enfocarse en tareas de prevención. ”Hay que mantener líneas de crédito de emergencia y contingencia ante el fenómeno de El Niño que aparentemente se viene con fuerza”.

Las estimaciones indican que dependiendo de la intensidad del fenómeno, las pérdidas de productividad serían del 10 % al 50 %, especialmente en los productos de exportación como banano, cacao y café.

En el caso del maíz se requerirá importar más de las 150.000 toneladas al año que normalmente llegan del exterior para cubrir la demanda interna de alimento balanceado.

‘El agricultor vive del día a día, no tiene para ahorrar... menos va a poder asegurar sus cultivos’, pero la amenaza del fenómeno El Niño hace crecer la contratación de pólizas

Con el cacao se incrementan sustancialmente las enfermedades causadas por hongos y bacterias, como la monilla, mazorca negra, moniliasis y escoba de bruja. “Hay una mayor incidencia de enfermedades y eso disminuye el rendimiento y la calidad del producto, igual en banano también hay incremento de enfermedades como la sigatoka negra, el mal de Panamá, aparte de problemas también por efecto del exceso de humedad en la maduración de la fruta”, asegura Caviedes.

El sector de la agricultura representa entre el 7,5 % y 8 % del Producto Interno Bruto nacional (PIB), que es el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por un territorio en un determinado periodo de tiempo, es decir, es un indicador que mide la riqueza de un país cada año.

¿Cuales fueron los efectos socioeconómicos de El Niño?

Para el caso de 1982-1983, los daños ascendieron a $ 650 millones con pérdidas importantes en los sectores productivos (63 %), infraestructura (33 %) y los sectores sociales (4 %), indica el informe de la OPS.

El monto de tales daños originó efectos negativos en el crecimiento del PIB, disminución de exportaciones, aumento del déficit fiscal y de la inflación, entre otros, indica la publicación.

Los daños ocasionados por El Niño de 1997-1998 en Ecuador se estima alcanzaron los $ 2.869,3 millones. De ellos, $ 783,2 millones (27 %) corresponden a daños directos y $ 2.086,1 millones (73 %) a daños indirectos.

“Las cifras de daños causados por el fenómeno El Niño de 1997-1998 adquieren mayor severidad cuando se comparan, por ejemplo, con las del fenómeno anterior de 1982-1983. El daño resulta casi cuatro veces mayor, lo que se debe sin duda a la existencia de mayor población y capital concentrados en la zona afectada, la cual también fue más extensa”, señala el informe.

Alrededor de siete millones de personas, es decir, el 60 % de la población de Ecuador, vieron alteradas sus condiciones de vida por el paso del extenso El Niño de 1997-1998. Este fenómeno afectó con mayor fuerza a Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Guayas, Azuay y El Oro, provincias que abarcan cerca del 40 % del territorio nacional.

Un total de 292 personas fallecieron por causas relacionadas con el fenómeno de El Niño entre octubre de 1997 y junio de 1998. Otras 162 personas resultaron heridas y 40 desaparecieron, según el reporte de la Defensa Civil.

Además, la Defensa Civil (hoy denominada Secretaría de Gestión de Riesgos) detectó un total de 15.264 viviendas afectadas (10.225 dañadas y 5.039 destruidas).

Y a mediados de 1998, los damnificados por el fenómeno sumaban 29.655 personas, más 63.896 afectadas.

La publicación de la OPS indica una motivación que tras 25 años del último El Niño fuerte suena como un reto incumplido: “Las lecciones aprendidas durante esta experiencia seguramente contribuirán a fortalecer la capacidad de reacción institucional y a generar una cultura de prevención frente a futuros desastres que irremediablemente afectarán a Ecuador”. (I)