En 1995 se publicó Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, escritor portugués y premio Nobel de Literatura.

El tema es la propagación rápida del virus RNA, denominado SARS-CoV-2, que causa una epidemia de ceguera blanca, sin que se conozca su origen. La ceguera blanca significa que aunque hay mucha información no se ve, porque hay incapacidad para pensar y para distinguir lo cierto de lo falso. Solo un personaje conserva la visión aunque está en contacto con quienes han sido contagiados. La situación en la ciudad es caótica, no tienen instituciones, ni valores para hacerle frente a la ceguera. El Gobierno tiene como política básica la eliminación del otro y como estrategia el control y el miedo. La epidemia desintegra rápidamente el orden social, mientras el Gobierno trata de contener el contagio y mantener el orden con medidas inadecuadas y con represión.

Crea entonces los campos de reclusión, donde se vive en hacinamiento, con hambre porque los alimentos no llegan por irregularidades en el suministro y no alcanzan los medicamentos básicos. Un grupo asume el control del campo de reclusión, someten a los hombres y violan a las mujeres. El caos provoca un levantamiento, quieren huir, pero necesitan guía. Solo puede ser la mujer del médico que es la única persona que conservó la visión, ella asume el papel de guía y llegan a la ciudad llena de podredumbre.

(...) vuelve normal la exclusión invisibilizando a las personas por su raza, su situación económica, su vivienda precaria.

¿Le resulta conocida la realidad planteada por el autor?

De repente, el ambiente negativo y agobiante desaparece, cuando desaparece repentinamente la ceguera blanca. Cuando alguien que sí podía ver la luz que le permitía el conocimiento, los guio.

Esta historia va más allá de la referencia a la enfermedad física, en realidad, se puede decir que es una metáfora de la ceguera social, que se manifiesta en el desinterés por el bienestar de quienes menos tienen y en considerarlos de menos valor social. No vemos la pobreza, el hambre, el desempleo, las dificultades para educar a los hijos, la falta de atención a los problemas de salud. Tampoco vemos cómo se pierde el dinero del Estado en manos de delincuentes organizados, algunos son, precisamente, los llamados a cuidarlos.

La ceguera social vuelve normal la exclusión invisibilizando a las personas por su raza, su situación económica, su vivienda precaria. No percibimos en ellas capacidades para la construcción social al mismo nivel que el nuestro, no les ofrecemos oportunidades para desarrollar sus cualidades.

La ceguera social ha sido definida por Hernando Estévez, de la Universidad de La Salle, en Colombia, como “una enfermedad de la mirada (de la percepción), no de los ojos. Su causa es la imposibilidad para percibir el mundo tanto material como humano”.

Pero el final de la obra de Saramago quizás nos ayude a pensar que necesitamos encontrar a alguien que vea la luz, un o una guía que vea y conozca el camino que nos permita llegar a un mundo diferente. Pero, para eso, hace falta que reconozcamos nuestra ceguera y busquemos esa guía que con seguridad nos lleve a encontrar la vía a un mundo de justicia, paz y fraternidad. (O)