Las múltiples situaciones de crisis que viven las sociedades del mundo traen consigo un sentimiento de frustración, impotencia y desesperanza. La pobreza y el hambre, la ausencia de valores, la inseguridad y la desconfianza con las instituciones hacen que campeen la improvisación y los intereses seculares en vez del bien de las naciones.

La pandemia, cuyas consecuencias aún nos quedan como tarea a la humanidad entera, desnudó una compleja urdiembre de estructuras caducas y anquilosadas que impiden mirar con visión de esperanza el futuro de cada hombre, mujer y niño. Obstaculizan la toma de decisiones en forma analítica, expedita y satisfactoria.

La complicidad y el silencio

Sumado a ello y como muestra de esa desesperanza, asistimos al crecimiento exponencial del consumo de narcóticos en los mercados de las naciones más ricas, que es el carburante nefasto que ha penetrado en la institucionalidad de todos los Estados consumidores y productores.

La ruptura de los sistemas de gobernanza global, las rivalidades geopolíticas por razones de ambiciones internas, la generación de alianzas regionales antagónicas y hasta el cambio climático agravan este sentimiento cuasi universal de inseguridad y desasosiego.

La guía educativa contra el autoritario (II)

La democracia centrada en el respeto a los derechos ha desaparecido en un pantano de corrupción, incapacidad, inoperancia y desidia. Las poblaciones del mundo miran atónitas cómo los pueblos salen a las calles y plazas a reclamar y exigir sus derechos, como expresión de que los sistemas de balances y contrapesos no han logrado generar consensos sino enfrentamientos. Todo ello define una crisis de la democracia internacional. Los otros sistemas de gobierno, muchas veces centrados en el autoritarismo, tampoco han resuelto la problemática de sus poblaciones.

Nada más ilustrativo de esta desesperanza es la caída en picada de la tasa de nacimientos. El mundo está asistiendo a la implosión de las sociedades. Se calcula que debe haber un crecimiento del 2,1 % para que haya una tasa de reemplazo. Pero esta reducción drástica no solo presenta problemas demográficos, sino que se extiende a la economía y a la misma sostenibilidad y viabilidad de la nación. Es verdad que hay muchas razones para esta reducción, pero una ciertamente es la incertidumbre y la falta de una luz de esperanza al final del túnel.

Derechos humanos a la medida

Con este sentimiento de frustración y desesperanza van los electores a las urnas, ansiosos de buscar nuevas soluciones, nuevos caminos, nuevos líderes, y caen justamente en las ofertas populistas. Van a las urnas como única expresión de su poder real, ya que con su voto eligen a los que dirigirán la nación.

Han sido tan frustrantes sus experiencias que piensan que un outsider de las argollas del poder será la solución, y se elige a los que ofrecen el elixir de la salida fácil y la solución mágica a problemas estructurales centenarios, a retos coyunturales complejos y a la falta de confianza y seguridad en sus sociedades. Los momentos que vivimos no son fáciles para la humanidad entera. (O)