La historia laboral de Alejandra Sánchez es una muestra de lo difícil que es para los jóvenes conseguir un empleo estable en Ecuador, más aún dentro del campo laboral de la carrera universitaria cursada.

A sus 30 años de edad perdió la cuenta el número de veces que ha aplicado, ya sea de manera digital o dejando carpetas en las empresas. “Infinidad de postulaciones, dice. Son cuatro años que busca y no logra conseguir uno estable que le garantice al menos un sueldo mínimo fijado en 460 dólares en este 2024.

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El resultado que más se repite es que no la llaman. Y cuando lo hacen se queda en medio camino, ya sea porque le dicen que no tiene experiencia o que está sobrecalificada para la función que postula.

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Alejandra domina el inglés, francés y estudia coreano. Se graduó de ingeniera en Gestión Empresarial Internacional en la Universidad Católica de Guayaquil en 2020. Los horarios de estudio no le permitían trabajar y sus padres hicieron un esfuerzo para financiar la carrera, pero también realizó un crédito educativo.

Su primer empleo fue en una importadora de productos químicos, en la que laboró del 2013 al 2015 por un año y tres meses. “Cuando entré a trabajar escogí pocas materias para que me alcance el tiempo. Tenía inconvenientes porque los proveedores eran chinos, donde hay otra zona horaria, había que aprovechar la mañana y yo llegaba a las diez, me apuraban y es entendible”. Ante ello decidió renunciar, porque era trabajar o seguir sus estudios; prefirió lo segundo.

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Después realizó prácticas en una institución financiera hasta diciembre de 2018. A partir de enero de 2019 retomó la búsqueda de empleo, pero no encontraba trabajo.

En ese momento a su padre lo habían diagnosticado con cáncer terminal, cuenta. “Sí se me presentó una oportunidad, pero mi papá estaba en los últimos meses de vida. Me tocó escoger entre entrar a trabajar y no verlo mucho o quedarme con él. No sabíamos en qué momento iba a fallecer y no teníamos el dinero para pagar a alguien que lo cuide”.

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La joven recuerda que pidió al empleador que la requería que le permitan ingresar en otra fecha. “Nunca me respondieron”, afirma. El padre de Alejandra murió el 14 de diciembre de 2019 y desde entonces busca empleo sin limitaciones de tiempo por estudios u otros.

En los pocos que logra avanzar con su postulación al final los empleadores desisten de ocupar la plaza. Ella amplió su espectro a las áreas para las que no estudió, como servicio al cliente, cajera, recepcionista. “Lo que sea, uno ve en internet una oferta y no pasa ni una hora y ya hay más de mil postulaciones”.

En 2021 entró a laborar a medio tiempo en una franquicia de farmacias como asistente de inventario, en lo que laboró hasta enero de 2023.

“Hubo un cambio de dueño y me despidieron, al igual que a todos de los que trabajábamos a medio tiempo. Ganaba 280 dólares mensuales laborando desde las 08:00 hasta las 14:00″. Es decir, estaba en condición de subempleada, según las categorías que emplea el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) para reflejar las cifras del empleo y desempleo en Ecuador.

Generación de empleo, la otra prioridad de Daniel Noboa

La desesperación de Alejandra está en conseguir un puesto en la carrera que estudió: “Pasan los años y no logro acumular experiencia en mi campo. Me dicen que les gusta mi perfil, pero el problema es que no tengo experiencia. Y en otros puestos ya tienen elegido al que van a contratar y solo hacen el proceso por protocolo”.

Hay una paradoja en esta política de las empresas de contratar personal con experiencia, en la que los jóvenes tienen las de perder ya que, como Alejandra, una gran mayoría de los menores de 25 años se dedican primero a estudiar.

He visto postulaciones en las que piden personas de 18 años con experiencia, están desubicados porque quieren que se trabaje entonces desde el colegio, es algo extraño”, asegura Alejandra.

Hay un deterioro de las condiciones de trabajo de los menores de 34 años de edad en Ecuador. Si bien el número de personas desempleadas del grupo de 15 a 34 años pasó de 220.944 en noviembre de 2022 a 209.802 en el mismo mes de 2023, es decir, 11.142 menos, la mayor parte fue a engrosar en ese tiempo las filas del trabajo no remunerado.

Son 115.883 personas de hasta 34 años que han pasado a realizar una labor sin sueldo, sobre todo en tareas de cuidado del hogar o en los negocios familiares, en un año.

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Un segundo grupo (83.250) se sumaron al conjunto de personas que tienen un empleo considerado adecuado en el país por parte del INEC, debido a que reciben un sueldo mínimo (460 dólares) o más, asimismo entre los meses de noviembre de 2022 y 2023. Estas son las últimas cifras oficiales que han sido publicadas.

El número de nuevos empleos adecuados creados durante un año está lejos de las promesas de campaña que hacen los políticos.

Más de 500.000 nuevos contratos de empleo se firmaron en un año en Ecuador, según Ministerio del Trabajo

Los jóvenes buscan empleo en las empresas dedicadas al comercio. Foto: Ronald Cedeño

El expresidente de la República Guillermo Lasso llegó al poder con la premisa de crear un millón de empleos durante su mandato que debía ser de cuatro años. Finalmente estuvo dos años y medio y entregó el cargo tras determinar la muerte cruzada el 23 de noviembre de 2023 a Daniel Noboa, quien también ha prometido incentivar el empleo, sin especificarlo cuantitativamente.

El problema del desempleo se centra en la población juvenil. El 72 % de los desempleados del país tienen menos de 34 años de edad en noviembre de 2023, la última cifra publicada.

“No es conveniente contratar a un joven porque hay que pagarle lo mismo que a una persona más adulta que cuenta con experiencia”

El analista y editor de la revista Análisis Semanal, Alberto Acosta Burneo, indica que hay tres razones que explican la situación del empleo juvenil en el país.

La primera es que el sistema de instauración del salario mínimo se maneja de manera política y no técnica. ”Los incrementos salariales se hacen porque el número es bonito, como hizo Lasso que prometió un aumento de cien dólares en el salario básico sin que exista un estudio de por medio, solo una promesa política”, dice Acosta.

Esto sí se cumplió hasta la mitad con dos incrementos de $ 25 cada uno durante los dos primeros años que estuvo en el poder, porque su régimen terminó anticipadamente. “El manejo político de los salarios limita el empleo adecuado, para que este se genere el trabajador tiene que producir lo suficiente para que justifique el pago de un valor cada vez más alto”, dice el especialista. La productividad del trabajo tiene que acompañar este aumento.

Entonces, a la larga hay una destrucción de estos empleos de calidad.

La segunda razón, dice Acosta, es el bajo nivel de inversión. “La única manera de generar trabajo es montando una fábrica, un comercio, almacén”, indica.

La tercera causa tiene que ver con la legislación laboral. El Código del Trabajo data de 1938. “Es del siglo pasado, se hizo cuando no existía ni internet, era otro mundo, entonces cuántas modalidades laborales ahora existen que para esa ley eran inimaginables. Esa ley es tan restrictiva y no da cabida a nuevas modalidades de relaciones laborales”.

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Los jóvenes llevan la peor parte, dice Ider Salgado, analista y profesor de la Universidad Internacional SEK (UISEK), porque en ese contexto se suma el problema de su falta de experiencia, entonces compiten en desventaja.

“No es conveniente contratar a un joven porque hay que pagarle lo mismo que a una persona de mayor edad que ya tiene experiencia, entonces se debe pagar el mismo salario mínimo para el que tiene experiencia y al que no. El resultado es que las empresas prefieren contratar a una persona con experiencia con el mismo salario”, manifiesta Acosta.

Los incentivos tributarios para la contratación de jóvenes son positivos, agrega el especialista, debido a que reducen para las empresas el costo de contratarlos.

“Lo que hacen es que el fisco pague una parte de ese salario si se contrata a un joven, entonces su costo de vincularlos está disminuyendo porque una parte de ese rol de pagos lo cancela el Estado a través de los incentivos”.

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Los jóvenes se emplean en el sector informal de la economía. Foto: Ronald Cedeño

La última reforma tributaria, aprobada y planteada por Noboa, establece estos incentivos tributarios para impulsar la contratación de jóvenes.

Sin embargo, Acosta considera que hay otros mecanismos: “Mucho más sencillos y transparentes hubiese sido simplemente que no sea el Estado el que asuma ese costo sino que establecer un salario del primer trabajo, que sea menor al salario básico con un plazo máximo de duración. Un parámetro puede ser la primera vez que empieza a aportar al Instituto Ecuatoriana de Seguridad Social”. En la práctica es un subsidio.

Después de cumplir el periodo de duración determinado, pues ya debe recibir el salario mínimo que se fija anualmente

Todo los beneficios e incentivos tributarios de la reforma de Noboa costarán cien millones de dólares al Estado, según Acosta. “Las relacionadas con el fin de impulsar el empleo costarán 61 millones de dólares”.

La Población Económicamente Activa que es parte del mercado laboral se redujo en Ecuador en los últimos dos años

En noviembre de 2023 había 3′278.579 personas de hasta 34 años que eran parte de la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, buscaban trabajo o lo tenían.

Apenas el 33,5 % poseen un empleo adecuado, según el INEC. La mayor parte está en el subempleo (23,6 %), en la categoría de otro empleo no pleno (20,4 %), en ambas no alcanzan a tener los ingresos mínimos establecidos por ley o a trabajar lo suficiente. Otro cuarto grupo está en el empleo no remunerado (15,9 %).

La tasa de desempleo juvenil, incluyendo a la población de 15 a 34 años, es del 6,4 %, casi el doble de la tasa nacional del país que llega al 3,5 %.

El número de jóvenes de hasta 34 años de edad que dicen tener trabajo o que lo buscan por lo que son parte de la PEA, bajó de 3′387.564 en noviembre de 2021 a 3′278.579 en el mismo mes del 2023.

Son 108.985 personas que dejaron de ser parte de la PEA y ya no ejercen presión en el mercado laboral en dos años.

Esto responde en parte a que los jóvenes que han migrado del país al exterior debido a la falta de oportunidades, dice Acosta, y otro grupo poblacional ya no busca empleo porque se cansó de hacerlo, ni tampoco trabaja, es decir, no son parte de procesos productivos.

A estos últimos se los incluye en la Población Económicamente Inactiva (PEI), pese a que tienen edad para trabajar, un grupo que sumó 2′248.067 en noviembre de 2023. (I)