El liderazgo político de la región está en juego, la vacante para llenarlo está vacía. Lo que en alguna época pudo hacer el triunvirato Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales no lo han logrado retomar los nuevos líderes de la izquierda, y no precisamente por falta de interés. Las “promesas” de la nueva izquierda en la región hispanohablante no han logrado consolidar el diseño de una ruta a seguir.

Democracia en crisis

Los más frescos, como Petro y Boric, pretendían este objetivo, pero los problemas internos los tienen ocupados. Al presidente colombiano, desde hace un par de semanas, el agua le ha estado alcanzando la garganta. La inestabilidad en su gabinete, las recientes denuncias de financiamiento ilegal de su campaña y la caída de reformas claves para su gestión no lo dejan desprenderse de su país. A su vez, Gabriel Boric enfrenta algo similar por la abrumadora realidad de ser un mandatario con un gabinete sin experiencia que se vuelve conocido por cometer “errores no forzados”.

La era de la desesperanza

En política, la muerte no existe. Esto aplica tanto para personajes vivos y muertos. Cuando una carrera política parece liquidada, la falta de memoria del electorado la revive. Y quien está muerto, de verdad, puede renacer hasta volverse una leyenda atemporal. Por ejemplo, Bolívar, Alfaro y Allende. Por eso, no se puede descartar que el liderazgo de los mandatarios latinoamericanos de izquierda tal vez emerja llenando la gran vacante.

En esta carrera hay alguien que compite sin aparente interés y está tomando un espacio que aparenta no buscar.

La guía educativa contra el autoritario (II)

El Salvador era un país conocido por la violencia de sus guerrillas y en los últimos años esa imagen se está dando vuelta. La propaganda de su primer mandatario, Nayib Bukele, ha penetrado profundamente en América Latina. ¿Y cómo no? De México a Chile la violencia del crimen organizado se ha expandido y aterroriza a millones, mientras los líderes de las naciones parecen no tener control de lo que pasa.

En política, la muerte no existe. Esto aplica tanto para personajes vivos y muertos.

Frente a eso, contrastan las virales declaraciones de Bukele contra las agendas de organizaciones internacionales que son endiosadas por muchos líderes de izquierda, videos de las cárceles en El Salvador, pese a que parecen campos de concentración, y más. La eficiencia de la propaganda de Bukele ha logrado que muchas sociedades en el continente comiencen a buscar su versión criolla del presidente salvadoreño. Todavía no se esboza un símil político, el campo fértil para su llegada está y crece.

¿Democracia o electoralismo?

Quienes buscan el liderazgo regional se jactan de tomarse fotos en cumbres que no llegan a nada. Poco hacen para unificar la representación regional, por crear una integración donde las fronteras económicas para bienes y servicios regionales sea nula, o por lo menos para que haya cooperación constante en materia de seguridad. Esto contrasta con la estrategia de Bukele que alimenta su reputación de objetivos cumplidos, aunque sea a punta de violentar el Estado de derecho.

El presidente salvadoreño no busca ganar los corazones de los políticos con grandes cumbres, pero sí está ganándose los corazones de millones de electores que están dispuestos a sacrificar partes de su democracia a cambio de un poco de seguridad. Si se replican Bukeles en la región, se habrá validado su figura y terminará siendo, su persona o su estilo, el que llene la gran vacante. (O)